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  • Gabrel Mesa

sábado, 2 de abril de 2016

El momento, aún silencioso, resulta absolutamente crucial para nuestra empresa. De la forma como se resuelva ese diálogo dependerá el presente y el futuro de nuestras exportaciones y, por qué no, de la sobrevivencia de las compañías.

 El tema, aunque no lo parezca, tiene un profundo contenido jurídico: se trata del estricto cumplimiento de los estándares globales en materia laboral, contenidos en instrumentos jurídicos, convenios, ratificados por el país pero respecto de los cuales también las compañías están involucradas en su cumplimiento.

A la par con esos potenciales compradores, otros miles recorren también las góndolas pero sin la menor intención de adquirir nuestros productos. Son, quizás, fieles a otras marcas y no han pensado en cambiar. Sin embargo, en una casi cruel paradoja de los mercados globales, sí son compradores del ingrediente esencial de los bienes y servicios producidos por nuestra empresa: los valores en ellos contenidos.

Dicho ingrediente es el elemento común entre quienes adquieren o piensan adquirir nuestros productos, y aquellos que por una u otra razón no comprarán los productos pero sí su ingrediente esencial: la confianza social que nuestra empresa sea capaz de transmitirles.

Si algo caracteriza los mercados exigentes, y entiendo por ellos los de países altamente desarrollados, es la demanda de estándares éticos incorporados en la elaboración de los bienes y servicios que adquieren. 

De los mercados de los Social and Ethics Nutrition Facts (Senf),  surgió la necesaria referencia al hecho de haber contemplado en ellos las etiquetas nutricionales que transmiten al comprador la confianza basada en la certeza de saber exactamente lo que está consumiendo.

La gran paradoja del mercado global radica, justamente, en ese enorme y determinante nicho de los compradores globales de confianza a quienes debemos seducir y conquistar, con igual o mayor ahínco que a los tradicionales compradores de nuestros bienes y servicios, a pesar de saber que tal vez nunca se interesen por el bien o servicio en sí que les ofrecemos, pero quienes siempre querrán saber si ellos incorporan o no los Senf. Si su confianza, siempre en duda, se ve defraudada, se convierten en los más acérrimos contradictores de nuestros productos. Y si la guerra que ellos librarán contra nosotros, mediante el boicot, se lleva a cabo en las redes sociales globalizadas  se traducirá en la muerte de nuestros productos en las góndolas de los mercados del mundo.

¿Qué representa un comprador global de confianza?, la respuesta es todo depende del color del cristal con que observemos. Serán una amenaza si para nosotros los estándares internacionales que expresan esos valores éticos (laborales, medio ambientales, Derechos Humanos, entre otros), son vistos por la empresa como un obstáculo. 

Oportunidad, si entendemos la importancia no solo en términos de mercado sino de construcción de empresas éticamente sostenibles y de incorporarlos en el quehacer diario a partir de la decisión de la alta gerencia.

Esto también es un reto para las firmas de abogados: agregar valor a nuestro portafolio de servicios para robustecer la posición global de nuestros clientes.
 

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