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Los ‘errores’ en las redes son valorados por los reclutadores

martes, 21 de marzo de 2017
Foto: Bloomberg
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Expansión - Madrid

También tiene sus riesgos exagerar, edulcorar o mentir en las redes sobre lo que somos o hacemos. Y ni qué decir del exceso de información sobre nuestra vida privada; o del vómito tóxico acerca de nuestra empresa, jefe o compañeros de trabajo.

Estos y otros errores pueden afectar a la vida personal, pero también impactan en nuestra marca, y hasta en las posibilidades de encontrar un trabajo (si lo estamos buscando) o de progresar en la propia compañía.

Hace tiempo que los reclutadores y las empresas rastrean las redes en busca de talento o para comprobar los datos y perfiles de quienes usan métodos tradicionales de búsqueda, y eso lleva a pensar que nuestra vida en Twitter o Facebook pronto pesará más que el currículo cuando buscamos trabajo.

La cuestión es si alguna de estas malas prácticas en las redes ha dejado de serlo. Quizá ciertos comportamientos que antes podían resultar rechazables o negativos para nuestra marca personal o nuestras posibilidades de resultar atractivos a un reclutador, ahora son, incluso, positivos.

Guillem Recolons, socio de Soymimarca, recuerda que “todos tenemos un Yo real que no siempre proyectamos de la misma manera. El tipo de trabajo que gestionamos a veces nos obliga a determinadas rutinas sociales que no siempre caminan de la mano de nuestra verdadera personalidad. Hay una dicotomía entre el Yo real y el Yo social, y muchas veces el objetivo es generar un Yo percibido e idealizado que dista de cómo somos realmente”.

Recolons concluye que no todo son desventajas en el hecho de mostrarnos como somos realmente. Para empezar, argumenta que es absurdo tratar de gustar a todo el mundo.

Además, asegura que “mostrarnos como somos, sin postureos, nos ayuda a conectar con nuestros pares y obtener así un networking más directo y efectivo”, hacia conseguir el puesto al que aplicamos.

También se refiere a la necesidad de evitar el síndrome de la postverdad, que lleva a que algo que aparenta ser cierto tenga más importancia que la propia verdad.

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