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martes, 26 de mayo de 2015

Irak, un país localizado en pleno corazón de Asia Menor, experimenta hoy un ambiente caótico. Sin embargo, el proceso que tiene a esta nación sometida a una coyuntura tan crítica como la reseñada por toda la prensa internacional viene de un largo recorrido histórico. Su descolonización trazó el destino con alto infortunio para su pueblo. Pero también un punto álgido en esta situación está relacionado con el ascenso al poder de Hussein en el año 1979. En una nación dividida por sunníes y chiíes, el dictador tuvo episodios de Gobierno lo suficientemente variados para servirle a Occidente e irse en su contra al mismo tiempo. Un comportamiento como ese le valió su caída del poder y posterior ejecución.

La intervención estadounidense en Irak trazó el camino al desastre que hoy vive la nación petrolera. Lo que en principio se perfiló como la ruta para el nuevo país, demócrata, secular y occidentalizado, se convirtió luego en un caldo de cultivo perfecto para la confrontación radical. Es precisamente esa presencia musulmana, reseñada en el párrafo anterior, uno de los elementos trascendentales para explicar lo que sucede con el país. Amparadas en el fundamentalismo religioso, unas pequeñas (que cada vez son mayores) células subversivas han tomado control de importantes regiones del país y han facilitado la llegada de ISIS al mismo. Pero, ¿por qué ISIS avanza como si estuviera en territorio dócil y favorable a sus premisas, aún en territorio intervenido por Estados Unidos?

Definitivamente esa es la gran pregunta que pocos -por no decir nadie-, pueden responder. Máxime cuando se ha constatado por parte de firmas consultoras como Verisk Maplecroft, que el grupo terrorista ha gravado los salarios y ha instaurado otras tasas impositivas a los habitantes del país. ¿Qué hay detrás de la pasividad del sistema internacional para evitar que ISIS siga haciendo de las suyas en Medio Oriente? Por lo menos en Irak, todo apunta que tanto los Estados Unidos, como los demás actores occidentales, se han interesado en permitir que las cosas lleguen al nivel crítico en que se encuentran. Ante estas circunstancias, lo que se encuentra en Irak hoy es un enfrentamiento de todos contra todos, los sunníes extremos van contra los radicales chiíes, y a su vez, en favor de los fundamentalistas de ISIS -también del ala sunnita-. Entre tanto, se ha evidenciado que existen grupos tribales de origen sunní prestos a cooperar con los reductos chiíes que defienden sustanciales localidades del país.

El Irak de hoy es un país sometido por actores violentos de toda naturaleza, con una economía destrozada y sin prospectiva de cambio en el corto plazo. Incluso, de proseguir la pasividad frente a las acciones de ISIS, se definirá como Estado fallido y estará lejos de ofrecer garantía alguna sobre la vida de sus pobladores. Y todavía habrá qué preguntarse, ¿por qué los más importantes poderes occidentales facilitan que esto suceda? Continuará…

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