Lo esencial, la familia en nuestras vidas

En los últimos meses, gratamente hemos evidenciado un incremento en el interés desde diferentes ámbitos de la sociedad por aportar a la construcción de un país en paz. Este interés se debe irradiar no solo en las organizaciones e instituciones, sino que debe fortalecerse desde un compromiso personal y cotidiano. Es por esto que hoy quiero compartirles algo que considero es “esencial”. 

Lo esencial en nuestra vida y desde donde podemos aportar todos a este propósito de paz, es “la familia”; allí se gesta la vida, se construyen los valores, se enseña a vivir, se comparte el venir y el devenir, se afianza el amor y se forja la espiritualidad.

Una de las principales razones en la cual fundamento esta esencia proviene de los Derechos Humanos. El derecho número 16 es “el derecho a fundar una familia”, porque esta es el elemento natural, y la institución fundamental de la sociedad; la familia es un derecho y un deber y por ello se debe respetar, cuidar y fortalecer.

Cuando hablamos de familia nos referimos a lazos de consanguinidad, lazos por adopción, o lazos que se tejen con amigos por compartir valores en el cruce de caminos en el recorrido de la vida. La importancia de ser o sentirse parte de una familia, es que esta marca la diferencia en lo que somos, en cómo somos y cómo vivimos.

Y en torno a la familia quiero hacerles tres invitaciones, dos en el ámbito personal y una en lo organizacional. La primera: RECORDAR quiénes en nuestra vida han marcado la diferencia para que seamos mejores seres humanos; y creo que lo primero que es visible a nuestro corazón es alguien de nuestra familia, o un gran amigo de vida.

Cuando recordamos a estas personas especiales, algunos de ellos aún están con nosotros físicamente; por ello, aprovechemos cada instante a su lado, más aún si son una fuente de experiencia y sabiduría. Propiciemos espacios de encuentro para compartir, para agradecer y demostrar el afecto con nuestras familias de corazón.

Otras personas, nos acompañan espiritualmente, porque ya nos han dejado su legado. Aquí recuerdo a Don Nachito, quien fue un maestro, ejemplo de vida siempre al servicio de la formación de muchos jóvenes, orientado hacia la consolidación de la familia y ser guía desde su rol de esposo, padre, abuelo, hermano, tío y padrino.

Este ejemplo de vida evidencia que todos tenemos la gran oportunidad de aportar cotidianamente y desde nuestros múltiples roles a la construcción de una mejor sociedad.

Mi hermana Luisa me escribió antes de partir que “la esencia de una persona no muere hasta que no se extinguen todas las vidas que tocó”. Todos tenemos grandes seres humanos que nos rodean, y que nos rodearon, motivándonos e inspirándonos a vivir la vida no de cualquier manera, sino buscando el reto de dejar huella.

La segunda invitación es: a REVISAR cómo estamos agregando valor a la vida de otras personas y cómo estamos fortaleciendo día a día los lazos de la familia, para continuar aprendiendo, enseñando y de manera conjunta contribuyendo a la evolución de un país que sea más justo, solidario, humano y equitativo como lo han hecho los maestros ejemplos de vida, que de seguro todos tenemos alguno a nuestro lado.

La tercera invitación en lo organizacional es TOMAR CONCIENCIA. Teniendo presente que lo que más valoramos en nuestra vida es la FAMILIA; las organizaciones tienen una gran oportunidad de aportar a la calidad de vida de sus colaboradores y a la sociedad si generan acciones de empresas familiarmente responsables. Como menciona Nuria Chinchilla “muchas empresas no son conscientes de que están destruyendo la ecología humana, contaminando a su propia organización y la sociedad, con prácticas que la dañan y deshumanizan, ya que no permiten que sus empleados satisfagan su responsabilidad como esposos o padres, con lo cual se debilitan las familias”. Este es el gran reto y aporte organizacional para preservar y proteger lo esencial, la Familia.