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Analistas 27/10/2014

Lo absurdo del pico y placa

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR
La República Más
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No pocos son los casos en los que el legislador o el funcionario de turno, muchas veces con buena intención, toma medidas que tras su aplicación demuestran su inoperancia y golpean al público negativamente. Estas medidas tienen en común que frecuentemente se toman con una visión más mediática que técnica y terminan implementándose con el beneplácito de algunos en el sector privado.

El ejemplo más diciente que viene a la mente es el del pico y placa. Hagamos cuentas… En Bogotá hay alrededor de 1’400.000 vehículos particulares de los cuales aproximadamente 30% corresponden a segundos vehículos que no se comprarían si no existiese el pico y placa. Con un precio de compra promedio de un vehículo de $28 millones se concluye que hay, solo en Bogotá, una inversión de aproximadamente $12 billones en segundos vehículos.

Según Enrique Peñalosa, un experto que tiene porqué saber del tema, un kilómetro de Transmilenio cuesta $40.000 millones, por lo que con la inversión en un segundo vehículo que han hecho los particulares hubiesen podido construirse alrededor de 300 kilómetros de troncales, equivalentes a casi tres Transmilenios como el actual. Curiosamente arreglar todas las vías de Bogotá también cuesta $10,5 billones, cifra ligeramente inferior a la invertida en segundos carros.

En otras palabras lo que Bogotá ha hecho es enterrar la plata que se necesita para arreglar las vías o casi triplicar Transmilenio en carros que andan parqueados y no se necesitarían si no hubiese pico y placa. Con este dinero invertido en transporte público de calidad circularían menos particulares, se disminuiría la contaminación oral y auditiva y se disminuirían significativamente los tiempos de desplazamiento. A nivel de gastos el pico y placa también genera gastos innecesarios para los bogotanos como el del SOAT que para los segundos carros cuesta alrededor de $160.000 millones, los seguros para automóviles y la revisión tecno-mecánica, todos,  gastos que se podrían evitar si no hubiese pico y placa.

La solución al problema de movilidad hoy ya no es fácil. Dado que el dinero invertido en segundos carros no se puede desinvertir fácilmente, la única salida es construir infraestructura de manera eficiente para destaponar la ciudad. Dado el auge de la economía de Estados Unidos y la probable fuga de capitales golondrina que entraron al país por las bajas tasas impositivas que se les aplica, hoy la Alcaldía debe aplicar una política fiscal y monetaria contra cíclica como la que menciona el exsenador Juan Mario Laserna, por medio de inversión pública eficiente en obras que dignifiquen el transporte público, aumenten su capacidad y paralelamente creen empleo. Como bien dice Enrique Peñalosa, una ciudad desarrollada es aquella en la cual los ricos se desplazan en transporte público y no en donde los pobres se desplazan en carro.

Punto aparte: otra norma que le duele a los colombianos es la revisión anual de los equipos de gas natural. Si bien tiene sentido garantizar el estado de los equipos para evitar tragedias, la revisión que hacen los contratistas de las compañías de gas en muchos casos se inclina al lucro fácil y termina reflejándose en gastos innecesarios para el usuario ante el chantaje de desconectar el servicio. Qué bueno sería que las compañías de distribución de gas tomen cartas en el asunto ya que es su nombre el que está de por medio.

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