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miércoles, 17 de mayo de 2017

Y es que, como lo recuerdan constantemente los negociadores, la mesa de conversaciones no tenía como objetivo desaparecer al adversario: ni las Farc eliminar al Estado, ni el Estado eliminar las ideas de las Farc. Tampoco tenía como fin último que las Farc convencieran al Gobierno de sus ideas políticas ni que el Gobierno convenciera al grupo armado de las suyas. Esos habrían sido objetivos no solo imposibles, sino inconvenientes en una democracia.

La mesa tenía como propósito eliminar, sí, pero no las ideas sino la violencia, no el pensamiento político de quienes estaban sentados conversando, sino el conflicto armado, y reemplazarlo por lo que siempre debió ser, que es la política madura, decantada, y verdaderamente plural.

Esto implica por supuesto que tendremos que prepararnos para que el partido que surja de las Farc haga política y esto también implicará que incluyan en sus discursos ideas que a muchos pueden parecerles descabelladas. Como partido de izquierda seguramente promoverán ideas extremas, que incluso alcanzaron a proponer en la mesa, como la abolición de la propiedad privada. Los oiremos formular sus ideas sobre el imperialismo y proponer enmiendas constitucionales y legales muy poco tradicionales o que a muchos puedan parecer irresponsables.

Pero esto también supone que tendremos que acostumbrarnos a que en esta apertura democrática se oigan las voces de partidos y movimientos que se identifiquen como de derecha. Si no debemos censurar ni callar las ideas de las Farc, tampoco podemos silenciar las voces de estas fuerzas políticas. Ni es una sorpresa ni puede resultarnos escandaloso, por ejemplo, que la consigan del Centro Democrático sea “volver trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo de Paz con las Farc”. Algunos pueden no estar de acuerdo con estas ideas, a otros podrán parecerles equivocadas o irresponsables, o incomodarles, pero lo que no se puede hacer, es excluirlas ¡Al contrario! Como dice el Acuerdo de Paz, habrá que dar garantías a todos quienes ejerzan la política, y especialmente a las fuerzas de oposición.

¿Conseguirán más votos partidos y nuevas fuerzas políticas de izquierda o derecha con estos discursos? ¡Claro! Sus éxitos y derrotas en la contienda electoral más que preocupar, deben animar a toda la sociedad a tomarse en serio la política y su propio voto.

Salgamos a votar y a promover nuestras propias ideas, contradigamos y debatamos las de los otros, pero no las silenciemos. Especialmente no, si no queremos un peligroso retorno a la violencia. Especialmente no, si no queremos repetir episodios trágicos de nuestra historia. Especialmente no, si creemos en ideas del propio Acuerdo de Paz, tales como la promoción de la tolerancia, la reconciliación y la no estigmatización.