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sábado, 24 de mayo de 2014

Luego de leer las propuestas de los candidatos para combatir la corrupción, encuentro que, con excepción de Peñalosa, todos creen que el problema es de leyes o de creación de organismos para combatir este flagelo. Ofrecen crear bloques de búsqueda anticorrupción, reformas, reglamentaciones  y hasta nuevas leyes, desconociendo que el verdadero problema está  en nuestra cultura.  

Asumen la corrupción como un tema de unos cuantos bandidos organizados en algún lugar del país y no ven que se trata de un problema del que buena parte de la sociedad participa. Lo hacemos cuando acudimos a un conocido para que nos agilice un trámite; cuando le lloramos al policía de tránsito y le contamos la tragedia de nuestra vida para que no nos multe; cuando encontramos la forma de no pagar impuestos y nos sentimos bien por ello; en fin, cada vez que le “encontramos la comba al palo”.   

Además de esto, se leen propuestas peligrosas, como la de Martha Lucia Ramírez, que propone crear listados de corruptos y sus familias. ¿Qué culpa tienen un hijo de que su papá sea un ladrón? o ¿Por qué tendría que responder yo, por algo que hizo un primo? Olvida la candidata que no escogemos la familia en que nacemos. Esto no solo es miedoso, es claramente inconstitucional y puede convertirse en una cacería de brujas, que dé pie a venganzas y retaliaciones contra inocentes. 

Por su lado, el candidato presidente inicia su propuesta diciendo: “ahora vamos a realizar los ajustes necesarios para proteger con firmeza el patrimonio de todos los colombianos…” ¿Cómo así? ¿De qué me perdí? Con esto de “ahora” está reconociendo que a pesar de conocer el problema, no hizo nada, pero ahora si lo va a hacer. ¿Es posible ser más cínico?  ¿O será que todo era una estrategia para convertirse en “un traidor de su clase” y durante su segundo mandato perseguir a todos los políticos corruptos?  Yo más bien creo lo primero. 

Con Óscar Iván parece ser que en su paso por el gobierno, no se enteró que, hoy en día, todas las instituciones rinden cuentas públicas y no es muy difícil encontrar esta información. Proponer que se rindan cuentas públicas no soluciona para nada el problema y mucho menos resulta algo innovador. La realidad es que los ciudadanos abandonaron la política y no les interesa saber lo que hacen las instituciones públicas. Sin  importar lo que estas digan, nadie les cree. 

Por último, el candidato Peñalosa, ofrece un acertado diagnóstico en el que hace una relación entre crimen organizado, debilidad institucional y corrupción. Es claro que la delincuencia encuentra una enorme ventana de oportunidad en la debilidad institucional, para robarse el Estado. Pero lo más importante es que, centra su propuesta en la necesidad de enfocarse en una transformación, que nos lleve a una cultura de la legalidad. Aunque, lo anterior, no es más que un buen diagnóstico, antes que una propuesta concreta, estos son la clave para llegar a una  correcta solución.

En conclusión, considero que Peñalosa tienen el mejor planteamiento en la lucha contra la corrupción. Políticamente, no llegará al gobierno a untar mermelada, ni a recibir órdenes de las maquinarias políticas; no carga con el lastre de haber sido secretario de gobierno, por casi cuatro años, de Samuel Moreno; no es títere de ningún expresidente y no hace propuestas de cacería de brujas. 

Pero, lo más importante, durante su campaña ha demostrado la dignidad y la altura para hacer una campaña por fuera de los odios y rencillas de la política tradicional que tanto nos ha perjudicado. Por esta razón,  mi voto es por Peñalosa.