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EDITORIAL

Las plazas de toros no tienen la culpa

martes, 19 de junio de 2012
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Mala pelea cazó el alcalde petro, pero la discusión es un buen punto de análisis sobre el papel de las plazas de toros

El tema taurino en la opinión pública genera las mismas pasiones e igual fiereza, que las que se juegan en ruedo el toro y el torero. Es por eso que la pelea que acaba de cazar el Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, no tendrá una salida pacífica en términos sociales y políticos. El asunto es complejo y polémico, pero a su vez es tan actual que en las capitales colombianas, en donde todavía existe la fiesta brava como un punto de encuentro ciudadano que convoca a miles de personas cada año, el tema ya es está en la agenda pública de los gobernantes desde hace más de un lustro.
 
La prohibición de la muerte del toro en las corridas, no es asunto exclusivo del Alcalde de Bogotá de turno, una iniciativa similar se presenta desde hace años en Medellín y poco a poco intereses sociales y políticos se abren paso en Cali y Manizales, las otras dos ciudades en donde existe esa tradición taurina muy marcada. Hay capitales en donde el debate es hasta incomprensible como lo son Bucaramanga y Barranquilla, importantes ciudades que no ven discusión en los toros, pues nunca ha habido una afición de peso. Lo único cierto sin tomar partido entre taurinos y antitaurinos, es que el debate no debe ser político, es claramente una polémica de la sociedad, de la cultura, y un poco de negocios.
 
Los escenarios en donde se debe evaluar si continúa esa tradición centenaria que está desapareciendo irremediablemente son los sociales y culturales. En Barcelona, la segunda ciudad por importancia del país insignia del toreo, como lo es España, esa fiesta ha sido borrada de su agenda cultural anual, siguiendo los pasos de Portugal y Francia que dejaron atrás esas practicas culturales hace muchas décadas. El debate de los toros, tangencialmente debe abordarse como un tema de economía, negocios y empleo, pues la existencia de una actividad polémica o condenable, per se, no justifica los recursos que genera ni la mano de obra que se necesita para llevarse a cabo, tal como la pena de muerte no se justifica por el simple empleo del verdugo. 
 
El punto más ligado a la economía dentro de la llamada fiesta brava, es el que tiene que ver con la existencia de las plazas de toros que hay en cientos de municipios a lo largo y ancho del país y que se encuentra subutilizadas porque los gobernantes no han logrado encontrarles un uso moderno. Mientras en Bogotá la plaza será para poetas, en Medellín se dice que será un espacio para la vida, ambas posiciones románticas y ligeras, nos muestran que hay que hacer pensar a la industria del entretenimiento sobre qué hacer en esos lugares. Ojalá que con las plazas de toros no nos suceda lo mismo que pasó en China con sus coliseos de los Juegos Olímpicos o en Sudáfrica con sus imponentes estadios de fútbol, unas instalaciones que seguramente serán demolidas al no encontrarles un uso social o cultural adecuados.
 

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