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domingo, 3 de abril de 2016

En poco tiempo, esta opción de negocio dejó de ser exclusivo de marcas internacionales, pues empresas colombianas también se sumaron a este modelo, logrando como resultado un crecimiento sostenido. Su impacto se ve reflejado en la atracción de inversión local y extranjera, la creación de nuevos puestos de trabajo y la generación de capital. 

Una franquicia es el resultado de un matrimonio entre un franquiciante que adquiere socios comprometidos con la expansión y el franquiciado que obtiene una fórmula comprobada. 

Esta propuesta surge como alternativa ante la variedad de emprendimientos exitosos que ven limitada su posibilidad de crecimiento debido al costo financiero y administrativo implícito en la apertura de nuevas unidades de negocio. 

A nivel legal existen muchas definiciones del contrato de franquicia, pero todas coinciden en que se trata de un negocio jurídico que busca la reproducción de un negocio exitoso, mediante el licenciamiento de unos derechos de propiedad intelectual, típicamente una marca, la transmisión de un saber hacer y la aplicación de métodos comerciales y administrativos uniformes.

Atendiendo al objetivo que persigan, las franquicias pueden ser de diferentes clases: industriales, cuando el franquiciante otorga al franquiciado una licencia de patente y un saber hacer para fabricar un producto;  de distribución; las más comunes donde el franquiciante concede al franquiciado el uso de una marca, un saber hacer y un método de comercialización; o de servicios, donde lo que se otorga es el derecho a comercializar los servicios, usar una marca y unos secretos empresariales. 

Dependiendo de la región geográfica para la que se conceden, las franquicias pueden ser unitarias, cuando se da la operación de una unidad de una red de franquicias;  regionales, cuando se conceden varias unidades localizadas en un área geográfica determinada, o maestras, cuando el franquiciante concede al franquiciado una exclusividad territorial para que abra todas las unidades por sí mismo o sub-franquicie.  Para que un negocio se pueda convertir en franquicia se deben cumplir ciertos  aspectos esenciales. El primero de ellos es que tenga una marca, un concepto definido con elementos diferenciadores, que sea repetible y transmisible. Además, debe contar con un mercado potencial y ser comercial y financieramente atractivo. 

Desde el punto de vista del franquiciante, las ventajas de una franquicia son, ante todo, la baja inversión en la expansión del negocio, el consecuente fortalecimiento de la marca, y la mayor eficiencia operativa. El franquiciado, por su parte, reduce significativamente los riesgos y la curva de aprendizaje en el montaje de un negocio, además de recibir asesoría permanente. 

La franquicia también conlleva riesgos que deben ser considerados. Para el franquiciante el riesgo más alto es la inadecuada selección del franquiciado, quien puede hacer mal uso de la marca, ser renuente a seguir los métodos y manuales, o no cumplir con el pago puntual de regalías. Para el franquiciado, el mayor riesgo está en la escogencia de la franquicia inadecuada, sea por su ubicación geográfica o por sus gustos personales, así como la frustración resultante de la necesidad de ceñirse a un modelo de negocio predefinido.

Existen diversas estrategias que reducen estos riesgos y que van desde la elaboración de un perfil del franquiciado hasta los manuales eficientes, pero los principios fundamentales para garantizar el éxito de una franquicia son la comunicación y confianza entre franquiciante y franquiciado, las cuales se desarrollan mediante la constante presencia y asistencia técnica del franquiciante y la retroalimentación constructiva del franquiciado.