La silenciosa bonanza de los cafeteros colombianos

Si las cosas se mantienen -quiere decir esto condiciones de clima y alta producción de los arbustos- los cafeteros colombianos pueden declarar perfectamente que atraviesan por una bonanza que hacía dos décadas largas no se veía, en volúmenes y en precios. La producción del grano aumentó 18% interanual en febrero al alcanzar 1,2 millones de sacos de 60 kilos, en comparación con los 1,0 millones de sacos en el mismo mes del año pasado. En términos de exportaciones el incremento fue de 7% interanual a 1,18 millones de sacos. E insistimos, si las condiciones climáticas y de producción permanecen constantes, 2017 cerraría con una cosecha cercana a los 15 millones de sacos; unos 7 millones entre enero y junio y 8 para el segundo semestre. Son realmente buenas noticias desde el agro y los cafeteros, que los últimos años sintieron las consecuencias de la revaluación y de las distorsiones climáticas de El Niño y de La Niña. Tampoco es menor beneficio para la economía que el precio interno del grano se haya estabilizado por encima de los $850.000 la carga. Durante el año pasado se presentó una cosecha de 14,2 millones de sacos, que ha sido la más abultada desde 1994 y que mantiene al país como el tercer productor mundial de café después de Brasil y Vietnam. Según las cifras la cosecha en el primer bimestre creció 15% en comparación con el mismo periodo de 2016 y en los últimos 12 meses ya va en 14,5 millones de sacos, 2% más que en el periodo en comparación. Pero si bien el sector cafetero no es lo que era en pasadas décadas cuando representaba el renglón más importante de las exportaciones y era el sector económico que más divisas le generaba la país, si hay una verdadera resurrección, no solo en cantidad sino en valor, que no es otra cosa que vacas gordas para un sector de la población agraria que se había endeudado y había sufrido como pocos renglones el impacto del clima y los elevados costos de producción, especialmente en términos de mano de obra, tecnologías y fertilizantes. Vendrán meses de pagar deudas, ajustar los gastos y acondicionarse a las nuevas condiciones del mercado, advirtiendo -eso sí- que los cafeteros deben empezar a ahorrar y a rechazar una buena parte de los subsidios con los que se les había favorecido históricamente. Ningún producto del agro ha jugado un rol tan importante en la contención del conflicto armado como el café y jugará un papel determinante en tiempos del posconflicto. Hoy, el emblemático cultivo se ha desplazado al sur occidente colombiano buscando la mano de obra barata y poco a poco está tejiendo una nueva red social basada en sacar granos de alta calidad con valor agregado. Este nuevo cuarto de hora que viven los precios del café (libra en el mercado internacional a US$1,57) y la producción (15 millones de sacos) no debe repetir historias pasadas de desperdicio. Es un momento de grandeza de decir no a más subsidios, ahorrar y generar valores agregados.