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sábado, 14 de noviembre de 2015

Y, bueno, qué tiene esto que ver con esta sección de Asuntos Legales;? Hombre, que cuando hay cambios en las condiciones del entorno, máxime si éstos son dramáticos, debemos reflexionar acerca de los diferentes efectos que ellos pueden tener en la operación de nuestras empresas, incluso en los aspectos legales, y en la forma adecuada de enfrentarlos. Y eso es justamente lo que está por suceder en Colombia con el famoso posconflicto.

Aclaremos algo: posconflicto podrá significar la paz con las Farc pero no necesariamente una erupción emocionada de paz social. Por el contrario, según estudiosos muy serios y competentes del tema, lo que se espera luego de la firma de los acuerdos es una inusitada exacerbación de la conflictividad social, política y, desde luego, laboral. En lo que a esta última se refiere, que es la que nos interesa para esta columna, se espera una radicalización ideológica de algunos actores con el consiguiente escalamiento y profundidad de los conflictos con los empresarios, con el natural impacto en la productividad y las utilidades de las compañías.

La pregunta, al igual que para los holandeses, es si los “diques” (quizás no resulta la expresión más adecuada, pero la usamos para seguir el ejemplo que traemos a colación) que hasta ahora han adoptado las empresas para gestionar su relacionamiento laboral y los conflictos asociados a él, resultan apropiados de cara a las nuevas condiciones que se avizoran. 

Al menos preguntémonos si vale la pena plantearnos la inquietud. La paz no debe construirse a costa de la prosperidad empresarial que es la base de la riqueza estatal y las políticas sociales, pero son en buena medida los propios empresarios los responsables de que al interior de sus compañías esto no ocurra.

Obvio, la pregunta para los holandeses no es si sus diques son lo suficientemente seguros y fuertes; pues claro que sí lo son; la pregunta es si esos diques, así pensados y diseñados, sirven de algo cuando el agua no viene del mar sino de dentro. La respuesta en este caso es totalmente distinta y es justamente lo que los holandeses están estudiando, tal y como deberían estar empezando a hacerlo los empresarios colombianos, pues de seguro que por el otro lado ya han reflexionado bastante sobre los escenarios que le plantearán “al capital”.

Ha llegado la hora de pensar en estrategias altamente innovadoras, verdaderamente revolucionarias, de relacionamiento laboral en las empresas, que permitan responder exitosamente a los retos que más pronto que tarde les planteará el nuevo escenario político, social y legal colombiano que se ve venir, en el cual el mero cumplimiento de la legislación laboral no será suficiente para soportar los profundos e incluso sorprendentes cambios que se avizoran. 

Hasta la vista...