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Analistas 08/06/2017

La medición del desempeño municipal

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado
La República Más
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El Departamento Nacional de Planeación (DNP) ha tomado la buena decisión de modificar la forma como se mide el desempeño municipal. La metodología actual tiene limitaciones que el DNP trata de corregir con la nueva medición que debe responder, por lo menos, a cuatro desafíos.

 Primero. El instrumento debe tener mayor utilidad para orientar la política de desarrollo territorial. Los estudios del Sistema de Ciudades que coordinó el DNP pusieron en evidencia la relevancia de las aglomeraciones. La comprensión de las dinámicas urbanas no se puede hacer de manera aislada, sino que tiene que considerar los flujos (laborales, bienes y servicios) y las dependencias (ambientales, transporte, seguridad), entre las ciudades. El Sistema de Ciudades propone ordenar el territorio teniendo como referencia los procesos de las aglomeraciones. La sostenibilidad de las ciudades depende de su relación armónica con el entorno, y el reconocimiento de estas interacciones complejas debe ser el punto de partida para el ordenamiento del territorio.

 Segundo. La nueva medición busca reconocer, de manera explícita, la heterogeneidad de la capacidad institucional de los municipios. Se trata de captar la diferencia entre las ciudades aglomeradas y las no aglomeradas, y por esta razón se propone una nueva agrupación de los municipios. La aglomeración favorece el mejoramiento de las condiciones de vida de los hogares, y crea un contexto que propicia aumentos en la productividad. Las grandes ciudades aglomeradas tienen condiciones para su desarrollo considerable diferentes a las de los pequeños municipios. El nivel de autonomía es muy superior en las ciudades aglomeradas que en el resto y, por tanto, pueden avanzar más rápidamente en aspectos tan importantes como el aumento de los recursos propios. La nueva medición tiene en cuenta las “dotaciones iniciales” de los municipios (ingresos tributarios per cápita, densidad empresarial, grado de ruralidad), y reconoce que éstas son determinantes de sus márgenes de maniobra. De allí se deriva una conclusión clara: la responsabilidad de los municipios es mayor cuando las dotaciones iniciales son superiores.

 Tercero. La medición propuesta informa mejor sobre los cambios de variables relacionadas con el bienestar de la población. Los municipios deben converger en sus condiciones de vida, manteniendo diferencias en otras dimensiones relacionadas con la vocación productiva. El bienestar se capta a través de los resultados en educación, salud, servicios públicos y seguridad. Gracias a la medición se puede saber si con el paso del tiempo los municipios van disminuyendo las brechas en estas variables.

 Cuarto. La nueva medición es más sencilla y fácil de entender. La ciudadanía y los gobernantes se apropian de los indicadores, y los incorporan en la gestión si son comprensibles, y si sus componentes tienen una relación directa con las decisiones de la política pública. En la nueva metodología se eliminan las “cajas negras” (procesos estadísticos complejos) que dificultaban la comprensión del indicador.

 Resumiendo, la nueva medición del desempeño municipal, pone el énfasis en la gestión y los resultados y, sobre todo, en la evaluación se tendrá en cuenta la dinámica de las aglomeraciones, la heterogeneidad de los municipios y la diversidad de sus dotaciones iniciales.

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