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EDITORIAL

La mala idea que todos podamos ser taxistas

miércoles, 29 de julio de 2015
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UberX le brinda la posibilidad a que todos saquemos el taxista que llevamos dentro y podamos ganar dinero haciendo carreras

¿Le gustaría que su vecino empezara a alquilar las habitaciones de su inmueble por horas o que pusiera un salón de belleza o cualquier otro negocio para asegurar unos ingresos extras? ¿Sería partidario de que cualquier persona con un salvoconducto de manejo de armas de fuegoy un revolver preste a muto propio el servicio de guardaespaldas? ¿Está de acuerdo con que cualquier tenedor de un vehículo lo use transportando particulares para ganar dinero? A este debate es el que se enfrenta, no solo el Gobierno Nacional, sino la ética individual de las personas, con todo el lío desatado por la plataforma tecnológica que ofrece Uber.

La institucionalidad de un país va más allá de los edificios de las entidades de control y vigilancia o de las normas, decretos y leyes, tiene que ver más con los juicios personales de las personas y la asimilación de vivir mejor en sociedad. En pocas palabras no podemos hacer lo que nos plazca amparados con el simple argumento que ‘puedo y no me da miedo’o ‘yo hago con lo mío lo que me da la gana’. Hay unos deberes y unos derechos y el interés particular se deprime en beneficio del bien superior de la sociedad.

Hace casi dos años que Uber puso a andar en algunos países la solución UberX al que pueden acceder todas las personas que tengan un carro particular y que estén interesadas en compartir (sacarle plata) su vehículo para transportar otras personas y asegurar un dinero extra. Los apóstolesde la idea, que por más vanguardista que sea es dañina, profesan que es una manera de reducir el tráfico en las grandes ciudadesy una suerte de consumo responsable y colaborativo: ojo no es así pues los conductores informales se quedan con 80% del valor de la carrera, mientras que Uber logra 20% de cada pasajero. Es decir, que el caos nunca muera y que saquemos el taxista que llevamos dentro para beneficiar a esta multinacional que no está regulada en Colombia.

Prestar el servicio de transporte no es para todo el mundo, debe haber unas licencias,un contrato que medie entre el cliente y el oferente, no podemos hacer de las calles colombianas una selva de ‘uberlocos’ peliando por dinero. Ahora se imagina usted que una emprendedor de movilidad urbana compre con $100 millones cinco carros de $20 millones y contrate cinco conductores para que operensu pequeña flota bajo el modelo de negocio de UberX y se convierta en una idea novedosaque la desarrollen miles en todas las ciudades. Sería el caos y la guerra por los pasajeros ya no sería entre taxis amarillos y blancos sino entre vecinos, entre compañeros universitarios, etc.

Claro que hay que reglamentar a Uber y circunscribirlo a los llamados transportes especiales, pero abrirle la puerta a que todos seamos taxistas y que nos ganemos unospesos, puede ser el comienzo de una gran confrontación de un mercado libre mal entendido.

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