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Analistas 19/07/2016

La Constituyente de la paz (I)

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico
La República Más
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La historia dirá, con claridad, que la Constituyente de 1991 fue la respuesta del país a los altos niveles de narcoviolencia que deterioraron las instituciones. Era necesario restablecer la autoridad como base de la convergencia de fuerzas políticas y sociales tan dispares como la derecha de Álvaro Gómez Hurtado y la izquierda de Antonio Navarro Wolff.

La procedencia diversa de nosotros, los constituyentes, vaticinaba dificultades en el trabajo en equipo. Una porción de mis compañeros venía de la guerrilla, otros de diferentes sectores productivos, políticos y sociales, hasta expresidentes hicieron parte del colectivo, pero el éxito se dio por la conciencia de construir un país nuevo. 

No se trataba de hacer cualquier cosa, había que llegar a un acuerdo sobre los temas fundamentales, en especial, disminuir los niveles de violencia.

El narcoterrorismo enfrentó al país a sangre y fuego. Fueron asesinados con bombas en aviones y edificios varios candidatos a la Presidencia de la República, magistrados de las altas cortes, policías, jueces y ciudadanos del común. La justicia estaba masacrada, a través de un metódico martirologio y el país se enfrentaba a enemigos  peligrosos como ‘El Mexicano’ y Pablo Escobar. Nadie podía hablar porque lo mataban.

Superar el rechazo a la autoridad y fortalecerla era la clave para vencer la anarquía por motivos políticos. Un Estado débil lleva a la violencia porque la gente busca resolver los problemas por su propia mano. La historia de Colombia ofrecía múltiples ejemplos, especialmente, el de la “Guerra de los Mil Días” que dejó más de 100.000 muertos cuando Colombia tenía tres millones de habitantes, y nos debilitó tanto que perdimos Panamá.

Desde los orígenes de nuestra República, Antonio Nariño buscó el fortalecimiento de la política con la democracia representativa e hizo un gran viraje en las instituciones del nuevo país.

El objetivo central de la Constituyente era construir un país nuevo, una sociedad madura y responsable en la que su justicia se pudiese fortalecer con instituciones dedicadas a la investigación histórica para evitar repetir los mismos errores que nos llevaron a la guerra. 

Las diferentes fuerzas políticas participantes tenían una meta común: el ciudadano como sujeto de derecho. La reconstrucción del país para que ese ciudadano pudiese desarrollarse como una persona libre, además, por el fortalecimiento de las Fuerzas Militares, por todos, debía ser una constitución para la paz.

La constitución fue construida con la participación de la ciudadanía ya que se recogió el querer de la gente. Con el impulso del presidente Gaviria se abrieron espacios de discusión. Lo asombroso fue la cantidad de gente y de instituciones que, de manera organizada, se involucraron en el proceso y promovieron un gran cambio en el país para hacerlo más vivible a pesar de las diferencias políticas.

El principal seguro para garantizar la continuidad del proceso constituyente es la Corte Constitucional. Su principal papel es el fortalecimiento e interpretación del espíritu constituyente. La anterior institución constitucional era marginal, era una pequeña sala dentro de la Corte Suprema de Justicia que era derrotada permanentemente por salas que tenían más magistrados y mayor poder como la Sala Penal o la Sala Laboral. La Corte Constitucional se ha erigido ahora como la gran defensora de la constitución.

Bastante se ha logrado con la nueva constitución: bajar la pobreza, mejorar la justicia, disminuir inseguridad.

No es una solución automática a todos los problemas, pero si es la base de una nueva Colombia.
 

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