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Analistas 23/08/2016

Importante advertencia ecológica

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR
La República Más
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La preservación del medio ambiente en Colombia no se debe a la legislación vigente, garantizada en la actualidad por un verdadero sancocho de entidades públicas con atribuciones poco claras.

Una de las mayores riquezas de Colombia es su biodiversidad. Tal vez debido a que la guerrilla y los grupos al margen de la ley impidieron la utilización con fines productivos de gran parte del territorio colombiano por más de 50 años, las selvas del Amazonas y del Chocó, los páramos y gran parte de los llanos orientales fueron explotados ilegalmente en pequeña escala sin permitir su uso industrializado. Sin industrialización no se desarrolló el país ni se trajo bienestar a los colombianos, pero se mantuvo el segundo puesto en biodiversidad en el mundo, con más de 7.000 especies de vertebrados, 14.000 de invertebrados y 30.000 especies de plantas.

La preservación del medio ambiente en Colombia no se debe a la legislación vigente, garantizada en la actualidad por un verdadero sancocho de entidades públicas con atribuciones poco claras. Si bien tramitar los permisos ambientales para construir en Colombia una línea de transmisión eléctrica necesaria para evitar apagones en centros urbanos o una tubería para garantizar agua potable a las comunidades rurales demora años, muchas veces solo se logra por medio de sobornos a las autoridades responsables. El despliegue de la infraestructura en Colombia se hace costoso debido a la tramitología burocrática de permisos de todo tipo, al punto que en Colombia desplegar un kilómetro de gasoducto vale el doble que hacerlo en Estados Unidos.

Sin embargo y a pesar de los tropiezos para construir infraestructura, el resultado de la gestión ambiental del Estado en nuestro país es desastroso. Por ejemplo, Bogotá es la novena ciudad del mundo en densidad poblacional, careció históricamente de planeación y cuenta con solo cuatro metros cuadrados de espacio público por habitante, cuando los estándares internacionales son de aproximadamente 15. Las ciudades y pueblos colombianos carecen de identidad constructiva, las redes eléctricas y de telecomunicaciones aéreas contaminan visualmente el entorno y, pocas veces se construye la infraestructura necesaria para la atención de la población antes de que se muden a nuevos desarrollos de vivienda.

Otra prueba de nuestra deficiente legislación ambiental y su aplicación en el día a día es la contaminación de las fuentes hídricas. El agua de los principales ríos no es potable y en muchos casos como el del río Bogotá la contaminación es francamente vergonzosa: diariamente vierte en el río Magdalena 318 kilos de cromo, 278 de plomo, 1.100 de detergentes y 835 toneladas de sólidos en suspensión. Muchos otros cauces fluviales en nuestras regiones están contaminados por la minería ilegal, el uso indiscriminado de plaguicidas y los vertimientos sin que la legislación ambiental y su aplicación sea eficaz para prevenir los desastres ecológicos.

Con el advenimiento de la firma de los acuerdos de paz, si su implementación termina siendo exitosa, es muy probable que el país entre en una fase de aprovechamiento de las tierras y recursos naturales que históricamente han estado bajo control de la guerrilla y demás grupos ilegales. En este caso, la explotación industrial de recursos naturales, colonización de territorios para uso agrícola y asentamiento de población en nuevos territorios tendrá como consecuencia desastres ambientales en el corto plazo si, a semejanza de la legislación tributaria, el Congreso no tramita una reforma estructural de la normativa ambiental y garantiza la capacidad del Estado de aplicarla de manera eficiente.

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