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Analistas 07/11/2012

Igualdad, valor absoluto de la democracia moderna

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico
La República Más
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En la tradición occidental, hay un valor rector de la democracia que  procede de la cultura clásica griega: la isonomía, conocida como igualdad.

Este valor tiene una relevancia política y jurídica cardinal. Sirve de fundamento, guía y criterio de enjuiciamiento de todo el ordenamiento político,  jurídico y de las acciones políticas en los Estados democráticos modernos.

Sin el predominio del valor de la igualdad en el espacio público no hay existencia real y eficaz de la democracia en un Estado Social y Democrático de Derecho.

El debilitamiento de la igualdad en un Estado moderno pone en serio peligro la democracia, por ello, siempre se hace necesario reflexionar sobre si  una determinada práctica es o no democrática.

¿Cómo se confirma si una práctica es o no democrática en el espacio público? Simple, examinando la práctica bajo la lupa del valor de la igualdad.

En consecuencia, estaríamos frente a una igualdad formal y material, una igualdad no matemática y una forma de igualdad que reconoce la existencia de desigualdades en la realidad que vivimos en la que debe haber reglas políticas y jurídicas que aseguren un mayor grado de igualdad posible.

Norberto Bobbio enseña en su texto Igualdad e igualitarismo en Teoría General de la Política: “Cualquier reclamación de igualdad se distingue de otra no sólo por la respuesta que se dé a la pregunta “¿entre quién?” y “¿respecto a qué?” sino también en relación con el criterio o criterios de justicia que se asuma con vistas a la atribución del “qué” y para el “quién””.

¿Por qué estas reflexiones? Primero, porque siempre hay que fortalecer la democracia al asegurar, en el terreno de la política, la mayor igualdad posible de todos.

Segundo, por un hecho que desde la práctica democrática no ha sido examinado y ha pasado inadvertido: La presencia, por primera vez, y fuera del calendario electoral, del Presidente de la República y parte de su equipo ministerial, en el seno de una asamblea de un partido político.

Hagamos un alto en el camino hasta aquí y volviendo a los griegos, cito a Platón en sus Diálogos. En Prótagoras, acude a una alegoría para explicar como la igualdad es un valor de la política. Explica como Hermes fue enviado por Zeus a corregir los errores cometidos por Epimateo en el reparto de los recursos divinos, como quiera que desconocida la igualdad en la política, Epimeteo  dio recursos a pocos mientras Hermes los repartió para todos, sin exclusión.

¿La intervención de un Presidente y su equipo ministerial en una asamblea partidista garantiza el valor de la igualdad en nuestra democracia? lo dudo. Y es una duda razonable fundada en nuestra realidad política.

Un Presidente en un régimen presidencialista con un modelo territorial centralizado en extremo como el nuestro es una especie de monarca sin monarquía, envestido de un poder cuasi-divino al estilo de la antigua Roma.

Es, entonces, tal intervención, el inicio de un cambio fundamental en la garantía del valor de la igualdad en nuestra democracia.

La reelección presidencial en Colombia introdujo una nueva forma de hacer  política, lejos de la simetría a la que estábamos acostumbrados: El Presidente podrá participar activamente en política lo que va en detrimento de todas las normas o exigencias anteriores. Y al ser el único funcionario reelegible, altera los conceptos de igualdad atribuidos a la política. Analicemos un poco:

La Mesa de Unidad Nacional se convierte, en la práctica, en un gran comité promotor de la candidatura a la reelección del Presidente.

Con el respaldo del Partido Liberal a la reelección del Presidente de la República y el sitial que le dio como su jefe natural, se deslegitima la consulta popular. Recordemos que la consulta popular fue la base de la negociación que hizo Galán con Turbay para reintegrarse al Partido en julio de 1989.

El Partido Conservador tendrá dificultades para seguir en la Mesa de Unidad Nacional si piensa promover un candidato propio a la Presidencia.

En todos estos casos, la igualdad como la predicábamos hasta hoy, es la gran ausente.

La invitación nuestra es recuperar las fuentes de la igualdad en el ordenamiento jurídico para construir liderazgos valederos. Desde Galán, la consulta popular para escoger el candidato del Partido Liberal a la Presidencia ha sido regla de oro por el respeto al derecho ajeno de postularse y elegir, de allí que desde nuestra orilla siempre estaremos del lado de esa igualdad que reconoce nuestras autonomías y diferencias.

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