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Hacia empresas de excelencia exportadora

sábado, 8 de junio de 2013
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La dependencia de las exportaciones tradicionales de nuestras economías en América Latina es un tema de preocupación de nuestros gobernantes y ciertamente del sector industrial, manufacturero y agropecuario.

 
A veces esta preocupación se manifiesta en mayor proteccionismo, aranceles más altos, posiciones radicales contra los TLC y requerimientos para combatir la apreciación cambiaria. No obstante, es necesario ahondar en la naturaleza del problema, pues la desindustrialización se produce como consecuencia de dos factores: el avance de nuestros países hacia un nivel mayor de desarrollo y los altos precios de los commodities. 
 
Según el documento “La desindustrialización en Colombia” de Anif, esta situación no es ajena al país. “La principal conclusión de este documento es que la desindustrialización ocurre por: i) la vía secular resultante de etapas del desarrollo, típicas del mundo desarrollado; y ii) como resultado de los choques externos que mejoran los volúmenes y precios de los commodities, procesos típicos del mundo emergente,…”. 
 
Sin embargo, en Colombia este fenómeno es más agudo. Entre 1965 y 2012 la industria pasó de representar 24% del PIB a cerca de 12%. Los elementos de esta desindustrialización son los mismos del resto de la Región, pero en Colombia se agudizan por factores estructurales: los rezagos en infraestructura, la apreciación cambiaria, las altas tasas de interés reales y una economía con poca apertura comercial.  
 
Hacer un diagnóstico errado hará que se tomen medidas de política pública equivocadas. El estancamiento del sector manufacturero en Colombia se hizo evidente en 2012, cuando la actividad decreció 0,7% y se acentúa en lo que va corrido del 2013. 
 
Varios de estos factores están siendo enfrentados por el gobierno: hay un plan agresivo de superar el retraso en infraestructura, liderado por la ANI, con 30 proyectos por más de US$22.000 millones; el plan de choque, que entre sus resultados se enfrenta a la apreciación cambiaria y extiende las exoneraciones de aranceles a insumos que no se producen en el país; el empuje hacia menores tasas de interés, que se beneficiaría de mayor competencia; y los tratados de libre comercio (TLC) que ya están vigentes y los que están en negociación.
 
En ese sentido, un diagnóstico equivocado es pensar en solucionar el problema combatiendo la apreciación cambiaria y protegiendo más la industria. El sector industrial requiere una transformación profunda para enfrentar la apertura comercial y la competencia proveniente de los TLC.  
 
Esta transformación profunda debe tener un derrotero central: la competitividad. Por lo general, las compañías de tamaño medio en Colombia se caracterizan por haber sido empresas familiares exitosas y muchas de ellas con un nicho de exportación en países vecinos. Sin embargo, este modelo exitoso, tradicionalmente protegido de la competencia externa por los aranceles altos y los enormes “aranceles geográficos” (las fallas en infraestructura), ciertamente empezará a peligrar bajo los desarrollos actuales de la globalización. La competencia externa, vía la apertura comercial, los TLC y las mejoras que están ocurriendo en infraestructura, unidos a la apreciación cambiaria; generan serios problemas al modelo de industrialización y exportación no tradicional. Es por esto que el país requiere enfrentar este reto con decisión y compromiso con una transformación productiva estructural. 
 
Por eso CAF trabaja en dos frentes en Colombia, la infraestructura y la transformación productiva. 
 
En cuanto a la transformación productiva CAF -Banco de Desarrollo de América Latina- ha decidido lanzar un Programa de Empresas de Excelencia Exportadora (EEE) que pretende contribuir el salto cualitativo y cuantitativo del sector mediante la selección de empresas manufactureras medianas que tengan potencial de globalizarse y cuyos dueños y directivos vean la necesidad de esta transformación y estén dispuestos a apostarle en el  largo plazo. 
 
Para esto se requiere un plan de negocios. CAF y los socios del Programa (Confecamaras, Proexport, Analdex, Banco Davivienda, APC, Bancoldex y el MinCIT) apoyarán a las empresas con servicios financieros y no financieros durante el largo plazo para la consecución de las metas del plan de negocios que se acuerde. 
 
Desde CAF esperamos que una gran cantidad de empresas se presenten al programa.

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