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jueves, 23 de febrero de 2017

La primera fecha inició, jurídicamente hablando, con una demanda, a todas luces temeraria, por una supuesta inscripción irreglamentaria de un jugador del equipo contrario en la que se  pretendía darle el partido por ganado a Águilas Doradas, equipo demandante. Estas demandan busca, ganar en tribunales disciplinarios puntos que en el partido correspondiente no se han logrado, el código único disciplinario de la Federación Colombiana de Fútbol así lo prevé y es un derecho de quien se sienta legitimado a utilizarlo, el premio es considerable, de uno a tres puntos, y los riesgos son nulos pues por temeraria, mal redactada, carente de pruebas, lo mejor que le puede pasar al club demandante es que no pase nada, por el contrario, si por alguna razón le fallan a favor logra puntos que a la hora de reclasificaciones y descensos pueden servir para conservar la categoría o lograr la participación en torneos internacionales; esta característica incentiva la temeridad en la reclamación pues, repito, nada pasa si no prospera. Sería mucho más conveniente para la integridad del campeonato multar con sumas importantes de dinero a los clubes transgresores, seguramente se acabaría esta práctica de relativo uso en los campeonatos locales.

Otro tema que se sigue manejando sin mayor control por parte de la Dimayor, son los denominados derechos económicos de los jugadores profesionales de fútbol, que en teoría, de acuerdo con Fifa y los reglamentos locales están prohibidos; no obstante lo anterior, es práctica usual en el medio negociar, fraccionar, transferir parcialmente, los resultados económicos de una futura transferencia de determinado jugador. Se llega al punto de simular pagos no salariales a jugadores profesionales, con un supuesto préstamo de los derechos del jugador a su club empleador. Debería Dimayor asumir una conducta más proactiva frente a este fenómeno, está prohibido el negocio pero sería deseable que lo indique en circulares y comunicaciones a los clubes, pues, estoy seguro, muchos dirigentes ignoran esta prohibición.   

Como ya se indicó, paralelo al torneo masculino, arrancó igualmente el torneo femenino, llama la atención la diferencia en el ritmo de los partidos; las mujeres corren durante más de 90 minutos con poquísimas interrupciones, una falta se demora menos de 30 segundos en ser cobrada y quienes reciben atención médica es porque REALMENTE LA NECESITAN. Los caballeros, con mucha más preparación juegan muchísimo menos de los 45 de cada tiempo, cobrar una falta en estos partidos implica levantar al jugador que se ha quejado durante dos minutos (si es que no ha entrado la camilla) tiempo para decidir quién va a cobrar la falta, la colocación del resto de jugadores, charla inútil con el árbitro,  abrazos y forcejeos entre jugadores rivales y toda clase de argucias para interrumpir el juego, todas estas permitidas por los árbitros, sin que ocurra, desde el punto de vista disciplinario mucho.  

Es hora de que la comisión del campeonato aplique de manera severa la sanción por simulación dentro del partido, es el real sentido de esta disposición y sería de muy buen recibo por el público, cada vez más escaso, esto se reflejaría en juegos mucho más ágiles y atractivos para la afición.