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  • Juliana Ramírez Prado

sábado, 14 de marzo de 2015

Entre las cifras más significativas resalta que de 56 magistrados que tiene Colombia actualmente en la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, 28% son bogotanos, aunque existe una marcada participación de antioqueños (12,5%), nariñenses (7,14%) y tolimenses (7,4%). También resalta la gran presencia masculina: 71,4% son hombres mientras solo 28,5% son mujeres.

Hoy por hoy, los externadistas son la primera fuerza en las cortes, cerca de 33,9% de los magistrados han decidido estudiar alguna carrera de pregrado o posgrado en esta universidad. De igual forma, aproximadamente 23,2% han asistido a clases en la Universidad Santo Tomás y 16% tienen por alma máster la Universidad Libre.

Jorge Iván Cuervo, analista político de la Universidad Externado de Colombia explica que una de las razones para que se escoja en mayor cantidad esta institución es que “el Externado nace en 1886 en el contexto de regeneración y, de hecho, su nombre se debe a que las mayoría de las universidades eran administradas por religiosos y esta  fue la primera en su tipo de carácter laico en el país. “Desde sus inicios se ha percibido y ha tenido un sello liberal y de vinculación a la defensa de la Constitución de 1991, promoviendo la protección de los derechos y el pluralismo”, agrega Cuervo.

Andrés Uribe, socio de TCP Consulting considera que el hecho de que los magistrados pertenezcan o sean egresados en su mayoría de una misma universidad y estén en los mismos círculos sociales, facilita para que se ayuden entre ellos y se de paso al clientelismo.

Manuel Quinche, abogado constitucionalista, afirma que el sistema de elección es adecuado y ha demostrado que funciona de un modo aceptable; prueba de ello son las primeras etapas de la Corte, por lo que encuentra que el problema está más en las personas que las instituciones.

El magistrado Felipe García, vicepresidente del Consejo Nacional Electoral, opina “que en todas las cortes hay gente capaz, valiosa y, sobre todo, integra, pero también hay gente que uno no se explica por qué está ahí”.

El proceso de elección de un magistrado que en Colombia alcanza un periodo de ocho años, varia para cada una de las cortes. En el caso de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado, los candidatos son postulados por el Consejo Superior de la Judicatura y son elegidos por los magistrados de cada una de las respectivas cortes.

Mientras que en la Corte constitucional, el Presidente de la República, el Consejo de Estado y la Corte Suprema de Justicia postulan otras tres ternas, donde los senadores son los encargados de elegir.

Puntualmente en 2009, cuando se llevaba a cabo esta última elección, la ONG Elección Visible alertó que el abogado Jorge Pretelt, quien fue postulado por el ex presidente Álvaro Uribe y elegido por el Senado con 67 votos como nuevo magistrado de la Corte Constitucional, tenía ya asegurada su silla.

A Pretelt sus contradictores le cuestionan que no es ser experto en derecho constitucional, que no ha generado producción académica rigurosa, ni tiene un doctorado en su hoja de vida (apenas lo está haciendo).

Aunque esto no debería asombrar, porque no es el único. Solo 16% de los magistrados actuales han alcanzaron un título de doctorado. Siguiendo en la linea de la preparación, 26,4% tiene más de tres posgrados, 91% tiene alguna especialización, solo 30,3% estudió alguna maestría y 21,4% tuvo la posibilidad de prepararse fuera del país.

En la Corte Constitucional sobresale la hoja de vida del magistrado Luis Ernesto Vargas, el cual es abogado especializado en derecho de familia, además de contar con doctorados en derecho y ciencias sociales y en derecho privado, derecho de la persona y de la familia.

Lo propio sucede con Alberto Yepes, abogado especialista en derecho procesal, en derecho constitucional y en derecho público con maestría en responsabilidad contractual y excontractual civil y del Estado y en derecho público que sale a relucir en el Consejo de Estado. Vargas y Yepes, por ejemplo, estudiaron en distintas universidades en el exterior.

Así mismo, en la Corte Suprema, resalta el perfil del magistrado Luis Armando Tolosa, abogado, licenciado en educación, filosofía y letras, especialista en derecho comercial, derecho económico privado, derecho público, derecho procesal constitucional, derecho penal y criminología e instituciones jurídico familiares. Además, tiene una maestría en modelos de enseñanza y en derecho procesal. Por no extender la lista de los magistrados.

Antecedentes
El tema de concurso de méritos ha vuelto a sonar en las últimas semanas. Al respecto María del Pilar Arango Presidente Corporación de Jueces y Magistrados comentó que la entidad viene solicitando que el concurso de méritos se extienda a las altas cortes pues es la mejor forma de surtir las vacantes. También consideró que debe haber una especie de veeduría ciudadana  que  si considera que estas personas tienen problemas éticos hagan sus respectivos reproches a la hoja de vida a tiempo y debe de además quitarse las funciones electorales pues es un manejo muy difícil el que le dan.

Las opiniones

Felipe García
Vicepresidente del consejo nacional electoral

“Lo que sucede actualmente es que en todas las altas cortes hay gente muy buena y preparada, capaz, valiosa y sobre todo íntegra y ética, pero también sucede lamentablemente que hay personas que uno no se explica como llegaron a formar parte de estas corporaciones tan importantes”.

Andrés Uribe
Socio de TCP Consulting

“Entre los requisitos para ser magistrados está el tema de la cátedra y haber generado una serie de publicaciones y eso de alguna forma garantiza que la persona tiene conocimientos altos en los temas, pero no necesariamente esto tiene una relación con sus capacidades éticas y morales”.

Manuel Quinche
Abogado constitucionalista

“Ocurre que para nombrar a magistrados titulares se suele nominar y nombrar a quienes fueron magistrados auxiliares y eso no es bueno. El sistema de elección es adecuado y  ha funcionado bien, el problema está en un vicio colombiano del clientelismo”.

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