El Salvador: pasado y presente

El reportaje, titulado killed in El Salvador: an American story, relata cómo en medio del conflicto fueron asesinadas cuatro religiosas estadounidenses que se encontraban en el país centroamericano en procura de ayudar a los más necesitados. 

La publicación, que insiste en que aún no se castiga a los culpables del hecho, ha servido para mirar en retrospectiva y recordar la terrible situación vivida por el país durante varias décadas atrás.

En el marco de la Guerra Fría, Centroamérica estuvo en medio de las tensiones y hostilidades lideradas por las dos superpotencias (USA y Urss). 

El Salvador experimentó un conflicto interno de grandes proporciones durante la década de los 80. Se enfrentaron las fuerzas armadas del país con el frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, desatando una evidente polarización de la sociedad entre partidarios y detractores de uno y otro movimiento. 

La situación se hizo tan crítica que hasta se llegó a tener en manos del ejército nacional un listado de 1.975 nombres de personas que se debían controlar o desaparecer. 

Dicho listado se publicó por la Universidad de Washington en lo que se conoce como “el libro amarillo”. Y particularmente en la lista figuraba el actual presidente salvadoreño Salvador Sánchez.

Hoy, más de tres décadas después, es bastante alentador para la sociedad salvadoreña realizar un ejercicio comparativo entre el pasado y el presente del país. 

Y, aunque muchas de las heridas permanezcan en la nación, es real que hoy se transita por un nuevo escenario que, a pesar de las dificultades, ofrece muchísimas más posibilidades que El Salvador de la década de los 80.

 Valga anotar que la guerra civil dejó aproximadamente 75.000 muertos en su recorrido.

Hoy la democracia existe en el país, es una realidad que no se pone en discusión. Hay amplia participación en procesos electorales y se ha dado la posibilidad para que personajes afiliados al otrora grupo guerrillero “Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí” participen directamente en política.

Mauricio Funes (anterior presidente) y Salvador Sánchez son el claro ejemplo de ello. Además, con nueve partidos políticos inscritos en el Tribunal Supremo Electoral está garantizado el pluralismo. 

Por fortuna El Salvador de los últimos diez años ha venido evolucionando en algo que es clave para alcanzar el progreso: su institucionalidad.

Teniendo ahora una relativa solidez institucionalidad, el país ve con satisfacción que también su posición económica se va adecuando a la corriente latinoamericana evolutiva. 

Si bien se trata de un crecimiento variable entre 1% y  2% en el último lustro, este se sitúa por encima de muchas de las naciones desarrolladas de todo el  planeta. 

Además el Banco Mundial enfatiza los 27 puntos porcentuales de reducción en la pobreza del país durante las últimas décadas. 

Sin embargo, existe un factor que sigue preocupando al gobierno y que genera inestabilidad e incertidumbre para el futuro. Se trata de las pandillas o grupos callejeros que,  no obstante la tregua establecida en 2012, mantienen en jaque las posibilidades de avance social en El Salvador.

Atrás quedó el terrible tiempo de la guerra civil, atrás también la clandestinidad de los gobiernos y mandos militares. 

Sin embargo, es mucho todavía lo que resta por recomponer en el país para enlistarlo en la línea de avance latinoamericanista de la última década. 

Es condición revisar dónde el posconflicto falló.