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Analistas 06/12/2012

El salero mínimo

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En uno de los libros de Carl Sagan descubrí el origen de la palabra ‘salario’. Según las leyendas, en la antigua Roma, los trabajadores recibían bolsas de sal cuando en el sistema de intercambio mercantil no se tenía el uso de monedas o metales. Los jornaleros recibían bolsas de acuerdo a su trabajo, más o menos llenas de sal, que luego intercambiaban por comida en los mercados. La sal era valorada no solo por el sabor que daba a las comidas, sino que tenía propiedades de conservación y curación. Al desafortunado que se le rompía su bolsa y se le regaba la sal, perdía el producido de su trabajo. De ahí vienen los agüeros de no permitir regar la sal en el piso, no pasarla de mano en mano a la mesa y creer que una persona con mala suerte esta “salada” y debe “sacudirse” simbólicamente, para recuperar su fortuna. La bolsa de sal se convirtió asi en el “Salario”. La palabra suena nuevamente por estos días con el proceso doloroso que se da todos los finales de año. Trabajadores, empresarios y Gobierno se sientan nuevamente a pelear por el aumento del mínimo. Hace una década la cifra rondaba por $309,000 cuando los crecimientos inflacionarios pasaban de dos a un dígito. Actualmente las discusiones no sobrepasan los $600,000, es decir que a la vuelta de diez años, el ingreso de los trabajadores no se ha duplicado, mientras que evidentemente algunos de los gastos básicos sí lo han hecho. Los sindicatos y gremios de trabajadores proponen un alza de entre 5% y 6%. De ser aceptado, el salario mínimo quedaría sobre los $595,000. Esa fue la propuesta que plantearon las centrales obreras en la primera reunión con el Gobierno y los empresarios. Empresarios y Gobierno hablan en el rango de 3% a 4%. Existe además un precedente: luego de cinco años seguidos sin acuerdo, las tres partes, el año pasado lograron llegar a un feliz 5,8%, más de dos puntos por encima de la inflación. En la mesa todos han mostrado nuevamente optimismo en lograr un acuerdo, aunque arrancaron la primera de cinco reuniones con discusiones difíciles de solucionar, como el tema de la productividad. Según el director de Fedesarrollo, Leonardo Villar, el aumento del salario mínimo debería ir de la par con la inflación de 2013, es decir, de 3%. Para Villar, la principal preocupación es que en Colombia hay un salario mínimo muy alto con relación al ingreso per cápita, es decir, el salario mínimo no corresponde con el nivel de desarrollo del país. Los gremios se alejan de ese pensamiento y piensan que en Colombia se debería “ponderar” para ir aumentando gradualmente los ingresos de la clase media y en la parte alta de la escala tener aumentos cercanos a cero. El panorama va a cambiar también si el Gobierno logra que pase la cuestionada reforma tributaria. Los cambios en financiación de parafiscales, alteración en la fórmula de retención en la fuente y otras variables pueden cambiar los flujos de caja de aquellas compañías cuyo perfil de trabajador es de salarios menores. El ideal es que la industria se vea estimulada a crear mas empleo formal, y así combatir otro de los males que siempre viene acompañado de este análisis: la economía de trabajadores no formales. El pensamiento siempre debería ser no solamente cuánto aumenta el salario mínimo, sino cuántos nuevos trabajadores ingresan al sistema formal. Ojalá la mesa de negociación no se rompa, ya que si se define el aumento por decreto como antes, el Gobierno pierde un activo que ganó en la mesa tripartita hace doce meses: la confianza. Los ministros de Trabajo y Hacienda deben ser fiscalmente responsables, aunque cuentan siempre con el fantasma de un posible repunte de la inflación. No todo en la vida son encuestas de popularidad ni todo tiene que ser ligado a la reelección. Ojalá las decisiones sean técnicas y no políticas. De pronto por ese camino nos quitamos tanta sal. Ñapa: El Gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, sorprendió al país cuestionando el sistema de regalías que quiere imponer el Gobierno. La reforma tributaria es el escenario donde gobernadores y representantes se “pelarán los dientes” para que el tema de proyectos regionales cambie y que los departamentos vuelvan a tener esos recursos. El que pega primero pega dos veces.

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