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sábado, 15 de octubre de 2016

Fueron años de indiferencia, de inequidad, de desigualdad, de corrupción. Años en los que parecía que sólo a pocos les preocupaba el devenir nacional. El plebiscito hizo que eso cambiara. El letargo de una sociedad acostumbrada a que otros sean los que decidan o no por ella, parece que terminó. Estos días han estado y estarán llenos de manifestaciones de todo tipo y el reto está ahora en que las mismas no se queden solo en fotos y anécdotas.

Por eso aplaudo iniciativas como la del Alcalde de Cali, que mediante un Decreto pedagógico busca acercar a los ciudadanos a la administración. Aunque parezca un detalle menor, y para algunos chocante, abolir del lenguaje de las actuaciones administrativas las palabras que indican jerarquía resulta ser un ejercicio de inclusión maravilloso. Un ejercicio, que igual que las marchas, promueve la igualdad y con ella el sentido de pertenencia. El Estado no es ajeno a sus ciudadanos porque parafraseando a Cicerón: los ciudadanos son el Estado.

Llena de esperanza ver cómo el plebiscito ha movilizado a la gente sin importar cuál fue su voto. Finalmente todos entendimos que se trata de un asunto que nos importa y afecta a todos. 

Tal vez con esto, la búsqueda de alternativas nos acerque a nuestras instituciones. Los que se abstuvieron, quizá entiendan que su derecho a elegir no es un saludo a la bandera, que su voto sí hace la diferencia. Los que votaron no podrán hacer valer sus reparos y serán tenidos en cuenta. Los que votaron sí tienen en sus manos la oportunidad de repensar cómo ese fin común se acople a todos.

Desde el Derecho, como abogados tenemos el reto de crear nuevas figuras, de interpretar el impacto normativo de una decisión democrática. El resultado del plebiscito es una oportunidad para conocer, repensar y crear. Los Jueces tienen en sus manos la decisión sobre tutelas y acciones que con las estrategias más novedosas y creativas darán  lugar a la jurisprudencia que fijará los lineamientos de interpretación constitucional de la Colombia del futuro, esa que todos imaginamos en paz, diversa, respetuosa de las libertades individuales.

Colombia necesitaba esto. Una nueva conciencia colectiva que realmente genere cambios que hagan de este un país con opciones y cabida para todos los que lo habitamos, sin exclusiones. Es un gran paso que sólo puede traer cosas buenas. Ya basta de lamentos, es hora de actuar y de hacerlo conjuntamente.

Saber que muchas personas se vuelcan a buscar salidas en la Constitución, que buscan mecanismos de participación que ayuden a crear nuevos escenarios significa que más personas sabrán cuáles y hasta dónde llegan sus derechos. Iniciativas de cabildos abiertos, iniciativas legislativas de origen popular, todo se vale. Empezó una nueva educación para la democracia. 

Ya se sienten los cambios fruto de las manifestaciones de los ciudadanos. Anuncios de prolongar el cese de hostilidades hasta el 31 de diciembre y cada vez más iniciativas que al final por lo menos traerán mayores y mejores formas de participación.