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Analistas 19/10/2016

El cuidado de la economía

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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La estabilidad macroeconómica, al igual que la buena salud, es algo que suele darse por sentado.  Su significado tiende a apreciarse en su verdadero valor, cuando se ha perdido.  La experiencia latinoamericana con el populismo autoritario y sus secuelas ilustra ese fenómeno.  En Argentina, el gobierno del presidente Macri está incurriendo el costo político del programa de ajuste requerido para corregir las múltiples distorsiones económicas que constituyen el legado de Néstor y Cristina Kirchner.

Después de haber despilfarrado los recursos provenientes del auge de los precios internacionales del petróleo, el régimen venezolano se encuentra al borde de la insolvencia.  El interrogante que se plantean los analistas es si la cesación de pagos de la deuda externa se hace dentro del marco de un acuerdo con la comunidad financiera internacional, o si ocurre de manera unilateral y caótica.

Las distintas versiones del populismo latinoamericano incluyen el control de cambios, la congelación de precios de servicios públicos y combustibles, y la proliferación de empresas estatales.  Por diversos caminos, los regímenes populistas hacen caso omiso del concepto de la restricción presupuestal. Tienen como común denominador el gasto público desbordado, con crecientes déficits fiscales que se financian con emisión monetaria.  Tarde o temprano, esas prácticas terminan en una crisis económica que puede adquirir la forma de un colapso financiero o una fuerte recesión, con la consiguiente caída en el ingreso por habitante y en el nivel de empleo.

Como afirma el Premio Nobel de Economía Edmund Phelps, ‘todo economista profesional y competente conoce la importancia del principio macroeconómico fundamental: el equilibrio fiscal que asegura la estabilidad de los principales precios de la economía, sin el cual el crecimiento se hace imprevisible.’  Tener una tradición de manejo prudente de la economía contribuye a hacer previsibles las políticas públicas y a facilitar las decisiones de los inversionistas y de los hogares.  

El hecho de disponer de ese activo le ha permitido a Colombia evitar que coyunturas políticas adversas se traduzcan en traumatismos económicos.  Así lo demuestra el comportamiento de los mercados luego de conocerse el resultado del plebiscito, el cual fue recibido con desconcierto por la comunidad internacional.  Sin embargo, tanto la tasa de cambio como la cotización de los instrumentos de deuda soberana reflejan un clima de confianza en las perspectivas de la economía.  Preservar esa confianza debe ser un tema prioritario para las autoridades económicas y los dirigentes políticos.   

Los voceros del No a los acuerdos de paz le prestaron un flaco servicio a la estabilidad macroeconómica del país con el argumento de que el objetivo de la reforma tributaria era obtener recursos para las Farc.  Los acuerdos de paz y la reforma tributaria son temas diferentes que utilizan carriles separados.   Independientemente de lo que suceda con la revisión de los acuerdos de paz, el país necesita actualizar y modernizar su régimen tributario.  Quienes tienen responsabilidades políticas, o aspiran a tenerlas, deben demostrar que existe el compromiso de sentar las finanzas públicas sobre bases sólidas.

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