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Analistas 22/03/2016

Educación, innovación y diversificación productiva

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria
La República Más
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Los resultados de 2015, a pesar de las adversidades y del turbio panorama externo, fueron favorables en materia de actividad económica. Los ritmos de crecimiento se mantuvieron aun por encima del promedio de Latinoamérica, un resultado que se lee positivo en la coyuntura actual.  Sin embargo, las noticias en el componente externo, en particular sobre la dinámica de las exportaciones, son inquietantes. En 2015, estas se contrajeron cerca de 34,9% y en enero de 2016 disminuyeron 36,6%, resultado de una caída cercana a 47% en el componente tradicional y una contracción de 17% en el no tradicional.

La constante incertidumbre frente a la dinámica de la demanda externa continúa incorporando ruido en los mercados, un hecho que limita las perspectivas de recuperación de las ventas externas.  Preocupa, desde luego,  que no se haya dado un punto de inflexión en el componente no tradicional, el cual se asocia a importantes procesos de gestación de valor agregado y generación de empleo, y en el que la competitividad es clave para poder realizar una inserción exitosa en los mercados internacionales, en especial, en momentos de mayor dificultad económica. 

Ha quedado claro que entre los determinantes de las exportaciones se encuentran los rezagos en materia de competitividad, una situación que también se debe abordar desde la arista regional, pues es desde allí donde se puede materializar el potencial exportador de cada región y departamento.

Deben aplaudirse, en este contexto, los esfuerzos que durante los últimos años se han encauzado para identificar el estado y la dinámica de la competitividad a nivel regional, mediante oportunos y rigurosos diagnósticos que han incluido evaluaciones sobre la fortaleza de la economía, la infraestructura, el capital humano, los aspectos educativos, tecnológicos y de innovación y el desarrollo institucional. Hoy, dichos ejercicios permiten realizar una evaluación completa sobre una amplia gama de dimensiones que involucra la competitividad en el tejido regional.

Resaltan, en este escenario, los resultados publicados por la Cepal y el Consejo Privado de Competitividad, que muestran los grandes rezagos a nivel entra e inter regional. Y aunque se han dado avances durante los últimos tres años, parece ser que estos han sido insuficientes para posicionar mejor al país en materia exportadora. Según los diagnósticos, aún se evidencian divergencias no despreciables entre los departamentos en materia de competitividad, divergencias especialmente marcadas en varios de los departamentos que por su naturaleza son los llamados a ser plataformas impulsadoras del comercio exterior. 

Resulta indicativo en estos informes que los elementos que más han mermado el desarrollo competitivo tienden a asociarse con la educación, la innovación y la diversificación productiva. Según el Índice Departamental de competitividad, entre 2012 y 2015 el puntaje correspondiente al pilar de educación básica y media retrocedió 4,5% y el de educación superior apenas creció 0,2%, una situación que se muestra en línea con las distintas evaluaciones en materia de educación financiera en el país. 

Esto nos invita a ser reiterativos sobre la urgencia de superar los rezagos en materia educativa. Será el conocimiento gestado en escuelas, colegios, institutos de formación técnica y universidades a lo largo del país, lo que permitirá que comencemos a diversificar y consolidar la oferta de valor agregado. La diversificación productiva y sectorial que tanto anhelamos, pasa sin duda por una reforma educativa integral, que dimensione las nuevas tecnologías y la dinámica futura de los mercados.

En síntesis, si bien el país ha comenzado a encarar los grandes rezagos en materia de infraestructura física, ahora el llamado consiste en solventar a nivel regional las serias falencias que frenan su cohesión competitiva, un aspecto donde la superación de los rezagos educativos y de innovación tecnológica luce crucial y de allí la importancia de que el Gobierno y el sector privado incorporen este otro gran reto en sus agendas. 
 

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