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EDITORIAL

Economía en cuidados, pero no está en crisis

martes, 30 de junio de 2015
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Está claro el diagnóstico de los expertos: la economía no está en crisis, pero es un imperativo que se piense en nuevas fórmulas para no ceder crecimiento

Voces tan autorizadas como los exministros de Hacienda, quienes en su momento tuvieron el manejo de la política económica y ha entrevistado este Diario durante las últimas dos semanas, muestran su preocupación por el bajonazo que registran los principales indicadores y el deterioro en la confianza empresarial por el momento que pasan las negociaciones de La Habana y la expectativa de mayores impuestos, entre otros asuntos. Sin embargo, su claridad y en general la de quienes analizan y estudian el asunto en forma seria, desinteresada y responsable, es que la economía no está atravesando una crisis y que aunque hay factores externos sobre los que no se tiene control, hay instrumentos sobre los que las autoridades económicas tienen margen para actuar y evitar así que se caiga en una situación más complicada. Es quizá este el diagnóstico más acertado del estado de la economía al cierre del primer semestre.

En efecto, cerrando la primera parte del año, los datos no son favorables: una caída gradual en la actividad económica de los distintos sectores, una situación fiscal con muy limitado margen de maniobra en el corto plazo, incluyendo un aumento de la deuda pública que asciende al equivalente a casi 50% del PIB, un deterioro de la cuenta corriente del sector externo -déficit de 6% del PIB-, una inflación superior a la de los últimos años y una tasa de desempleo en niveles relativamente altos, así sea mucho menor que hace un tiempo.

Aunque resulta evidente que el deterioro de los precios internacionales del petróleo a partir del segundo semestre del año pasado es uno de los factores que explican la situación en particular por su impacto sobre los ingresos públicos, hay que reconocer que este es solo uno de los elementos que “destaparon” la destorcida y hay otros que han sido determinantes en la incubación de la situación.

En términos sencillos, se explica así: en los últimos doce años, la economía mostró un crecimiento cercano a 5% por período, que permitió unos ingresos públicos holgados y un crecimiento del gasto oficial mucho más amplio, cuyo excedente comenzó a financiarse con deuda. Ahora, que la economía se retrae, caen los ingresos y no hay capacidad para financiar el tren del gasto, pues el margen de endeudamiento es muy bajo. Es por eso, que solo queda como opción, un aumento de los impuestos, aunque es claro que un recorte grande del gasto debe estar en la agenda, así políticamente sea muy poco presentable en este momento y menos a las puertas de las elecciones regionales de octubre próximo.

El Gobierno ha lanzado un nuevo plan de corto plazo, el Pipe 2.0, emulando lo hecho en 2013 cuando también se notaban síntomas de decaimiento. Sin duda que el esfuerzo vale la vena, pero hay que ser conscientes que las condiciones de ahora son distintas a las de ese momento, en particular en el campo fiscal.

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