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sábado, 26 de abril de 2014

Sigue desconcertándome que se asocie la utilización de técnicas de gestión a una abogacía descafeinada o poco vocacional. No puedo entender que hoy en día, un abogado no integre la gestión como parte de su profesión, independientemente del tamaño del despacho y, en especial, si se trata de un despacho unipersonal. La gestión es la respuesta a los cambios de entorno en un mercado que se ha vuelto extremadamente competitivo. Cuanto más pequeño sea el despacho, más fácil será la implantación de sistemas de gestión y a la vez, mucho más fácil ver los resultados.

Hablar de precios siempre ha sido algo que no ha gustado a los abogados, pero las profesiones evolucionan en función de su mercado y hoy en día el comprador de servicios legales se ha vuelto más sofisticado en un entorno que arroja una gran oferta de servicios legales y eso hace que el precio sea parte importante junto a la definición del servicio jurídico a prestar. Esta evolución de la profesión no creo que haga que se sea menos abogado, si no que es un evolución marcada por las condiciones del mercado de la demanda y la oferta. La gestión marca unas reglas claras del juego entre abogado y cliente y eso sólo va en beneficio de su relación en el largo plazo.

Y es que la situación de mercado ha cambiado y mucho. Nuevos paradigmas para una nueva profesión. Pero sinceramente, no creo que vaya en detrimento de ser un buen jurista, si no en beneficio de la competitividad de los despachos. El mercado legal está muy atomizado, 95% de despachos es de menos de tres abogados (Icab 2012)  y en épocas de recesión, es difícil sobrevivir en soledad. La consecuencia es la concentración de abogados y firmas para poder ser más competitivos y de nuevo, topamos con la gestión. ¿Cuántos despachos has desaparecido por no tener una buena fórmula de compensación de socios?. Normalmente los pequeños despachos se han iniciado con una fórmula igualitaria que no suele funcionar, sobre todos en mercados en recesión en el que se ha de premiar al generador de negocio más que al técnico. Pero a una parte de la abogacía le sigue pareciendo injusto que el generador sea más valorado que el jurista técnico no generador de negocio. De nuevo, ¿dos tipos de abogados el generador y el técnico?.

Esta división responde a la realidad del sector y no creo que la diferencia sea que uno es más bueno técnicamente que otro por definición. Los paradigmas han cambiado y lo que era bueno y único antes ahora ya no es suficiente, ya no es suficiente ser técnicamente muy bueno. El abogado del s. XXI es más completo: buen jurista, buen gestor y requiere unas habilidades diferentes a las exigidas por el mercado hace unos años. Empatía, comunicación, flexibilidad y adaptabilidad al entorno... Y creo que estos cambios son para toda la abogacía. Cuanto más pequeña sea la firma más deberá adaptarse a este nuevo entorno y a la vez más traumático será, porque tendrá menos recursos.

Las grandes firmas se están preparando para este cambio para encontrar nuevos modelos y nuevas formas de ejercer la abogacía en entornos complejos. Buscan sistemas de gestión efectivos, enfoques a procesos y ya sé que muchos pensarán que eso no es abogacía, si no que es otra cosa, que se aleja de la concepción romántica de lo que es el abogado. Mi opinión es que todo esto no es más que la evolución de la profesión en un entorno extremadamente competitivo. No creo en dos tipos de abogados, si no en abogados adaptados a su mercado, tal vez la abogacía vista desde otra óptica, la del cliente.