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miércoles, 6 de mayo de 2015

La complejidad del sistema sobre el cual descansa la regulación aduanera, no permite realizar proyecciones lineales como ocurre en los sistemas simples, en los cuales, a manera de ejemplo, es posible establecer la temperatura en la que el agua alcanzará su grado de ebullición. En los sistemas complejos tal certeza no es posible obtenerla, toda vez que serán las condiciones emergentes las que primen en su desarrollo, como se puede apreciar en la imprevisible fluctuación abrupta que ha deteriorado los precios de los commodities y que ha obligado al gobierno a adoptar medidas para contrarrestar la crisis, como son la creación de zonas francas off shore para el sector oil & gas, o la implementación de estrategias para diversificar la oferta exportable de país.

En este sentido, la reforma aduanera que se viene analizando desde hace un tiempo considerable, posee como principal desafío, no el incluir en su texto la totalidad de aspectos propios de cada sistema, lo cual de por si resultaría imposible, sino incluir los elementos claves que permitirán tanto a los empresarios, como a las autoridades operar de manera eficiente, responsable y sostenible en el tiempo. Ahora, no se puede desconocer que existen sistemas en los cuales se requiere de una mayor profundidad, dado su tenue regulación, como viene a ser el caso de las zonas francas, las cuales se crearon con una visión distinta a la que hoy en día se tiene tanto en el entorno global como local, pero ello no contraria el hecho que una vez definido sus elementos claves, será la dinámica del sistema la que marcará su desarrollo.

Con esto no se quiere decir que  la reforma aduanera deba ser superflua, sino más bien que su andamiaje cuente con la capacidad para adaptarse a los desafíos del mundo globalizado, estableciendo criterios que permanezcan sólidos indistintamente de la situación que enfrente. Implementar un esquema como el propuesto, sin duda representa un gran reto para todos los actores del comercio exterior, en la medida que se tendrían que generar fuertes vínculos de colaboración recíproca, para ir construyendo sobre la marcha soluciones perdurables que garanticen la viabilidad del modelo.

La implementación de elementos claves dentro del sistema aduanero, adicionalmente permitiría una disminución sustancial de las controversias surgidas entre administración y usuario, en la medida que la principal labor de la autoridad se concentraría en la facilitación del comercio exterior a aquellos empresarios respetuosos de las instituciones y las leyes, con lo cual investigaciones por temas de errores formales dejarían de tener el peso que hoy en día poseen.

Así las cosas, la reforma aduanera mantiene expectante a todo el país, toda vez que se espera un cambio no solo normativo, sino también de pensamiento, a partir del cual autoridades y sector privado trabajemos mancomunadamente para la consecución de un fin común, que no es otro distinto al crecimiento económico sostenible.