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miércoles, 1 de abril de 2015

 Aún se siguen viendo en las (j)aulas de clase profesores que no han comprendido el cambio de pensamiento incursionado por las nuevas generaciones de estudiantes, así como por la proliferación de la nuevas tecnologías. Aún se siguen viendo despachos de abogados funcionando de la misma forma como la sociedad lo ha establecido durante décadas.

 Un panorama tan estático y paquidérmico es, como lo he dicho antes, el escenario perfecto para innovar. Lograr lo anterior, requerirá de ir más allá de lo contemplado por las codificaciones y jurisprudencia; requiere salir de la estructura mental cuadriculada que nos aqueja a los abogados: si pasa X (determinado supuesto de hecho que supone la generación de consecuencias jurídicas) sucede Y (las consecuencias antes mencionadas). La innovación, en la industria que sea, no se rige por la lógica señalada, sino por un sistema de pensamiento totalmente distinto: lo inesperado, incluso hasta ilógico, manda la parada. Es el caso, por ejemplo, de la empresa norteamericana littlemissmatched que vende juegos de medias, no en pares, sino tríos -incluso distintas una de la otra- contando con más de 5 tiendas en Estados Unidos y un capital de $150 millones.

 Usando un razonamiento como el jurídico, en el que predomina la lógica, ninguna persona hubiera imaginado la rentabilidad de un negocio de este tipo. Muy seguramente, si se le presenta una idea de estas características a un abogado, no hubiera dudado en destrozarla arguyendo: no es lógico plantear dicho negocio, ya que nadie tiene tres piernas.   

 Como señalé, la innovación, normalmente, tiene de todo menos una relación necesaria con la lógica. Por lo tanto, aquel que quiera innovar en el Derecho deberá, entre otras cosas, pensar en lo impensable. Lo anterior, se puede lograr ejerciendo la profesión en campos poco explorados o modificando las reglas por las que se rige un concurrido ámbito del Derecho.

 Esto, por supuesto, implica conocer el mercado que pretende modificar. En otras palabras, innovar implica tener un conocimiento previo de las tendencias del mercado, para así saber qué pasa en la actualidad y poder tener una visión a futuro de lo que determinada área del derecho será en unos años. Por lo tanto, quien esté dispuesto a ir un paso más allá de lo que hace la competencia deberá investigar a fondo el mercado. 

También es importante, determinar cómo los mercados internacionales se están desarrollando y cuáles son los pasos que están dando los bufetes de abogados más grandes del mundo. Hace poco, grandes despachos del país se han fusionado con otros tantos de países vecinos en el marco de la globalización. Al respecto, se debe aclarar que dicho paso no es sólo posible para las grandes oficinas, sino que debe estar a la orden del día para los medianos y pequeños estudios. La globalización ha traído consigo, por ejemplo, una estandarización del derecho comercial a nivel internacional (principios Lando, Unidroit, etc.) que permite la aplicación común de determinada normativa; lo que podría unir determinados despachos en torno a una misma clase de negocio.  

 De otra parte, Innovar también puede ser sinónimo de diversificar. Los despachos de hoy en día (argumento también aplicable a los abogados considerados individualmente) deben prestar atención de qué es lo que sucede en otras disciplinas ajenas al Derecho. Es posible, que el despacho pueda incursionar en nuevos mercados distintos al campo de la justicia, para lograr una fuente de ingresos diversa. Un ejemplo muy claro, es el hecho de que McDonalds, lejos de vender hamburguesas, es el propietario de las esquinas (inmuebles) más costosas del mundo. Sería útil buscar un propósito distinto al del negocio mismo.

 Tampoco hay que pasar por alto el uso de las herramientas tecnológicas. Los abogados debemos estar medianamente cualificados en su utilización y sacar ventaja de ellas. La red proporciona tantas facilidades que es nuestra obligación ir más allá de “Word”.

Concluyendo, estos breves comentarios no tienen otra intención más que señalar la gran posibilidad que el mundo del Derecho ofrece en términos de innovación, así como el reto que tenemos los abogados de “parir” un nuevo escenario para el ejercicio de la carrera.