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Analistas 04/05/2017

Demasiado olímpicos

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En algunos canales de televisión y en internet circulan propagandas de la guerrilla que firmó el año pasado el acuerdo de paz en La Habana. Las piezas publicitarias están hechas de manera profesional, con libretos bien estructurados y un desarrollo audiovisual impactante. Es evidente que se contrató a un importante publicista y que la productora trabajó con estándares de calidad que tiene hoy la industria. El cierre de los videos es lo que choca a millones que tenemos reparos sobre la forma como se está llevando el posconflicto. (ver vídeo)

La mayoría de colombianos quieren una situación de paz. De eso no hay duda. Desde un principio las diferencias se dieron en la forma de obtenerla, lo que hubo que negociar y ceder por ella y ahora los eventos del escenario de cierre del proceso y posconflicto. Todo eso es mejor que el conflicto armado y sus máximos niveles que vivimos en el Siglo XX. Al observar, por ejemplo, lo que pasa en Siria, uno advierte que lo de nosotros se logró desescalar, como dicen los expertos. Hoy estamos en un país con otra realidad mucho menos violenta. Ahora bien, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. El posconflicto tiene serios reparos. Hay negligencia del Estado, por falta de claridad con los líderes de la guerrilla y también hay que decirlo, la división y polarización que se mantiene en la sociedad civil. 

No es un detalle menor el número de asesinatos de líderes sociales en las regiones. Muchos de ellos producto de venganzas, problemas sentimentales y económicos, y otros, producto del reacomodamiento de las bandas criminales en zonas donde ya no opera la guerrilla. 

Los videos van a generar polémica, y esto, por supuesto abre un necesario debate. ¿Es la guerrilla el invitado a opinar sobre corrupción, desigualdad y falta de oportunidades? Creo sinceramente que no. Aunque firmaron la paz, y han mostrado algo de voluntad, no han perdido el cinismo, la doble moral, la crueldad y la demagogia que los caracteriza. Falta que hagan el proceso de reparar a todas las víctimas, devolver a todos los menores de edad que tienen reclutados, entregar todas las armas a Naciones Unidas y, sobre todo, destapar todas las caletas con dólares y euros que tienen escondidas en Colombia, Ecuador y Venezuela, producto de su larga relación comercial con los narcotraficantes. Lo del dinero de las caletas es muy importante, ya que esos recursos pueden eventualmente terminar alterando las elecciones de congreso y presidente de 2018 con quien sabe qué candidatos. 

Hay un supuesto errado que se debe desmontar rápidamente. Ellos parten de la idea de que la desigualdad, la corrupción y falta de oportunidades son la base para haber tenido una lucha militar contra el estado por más de 50 años. Esa correlación no existe. El argumento es muy sencillo, como decimos los matemáticos, con un contraejemplo se llega rápido a la contradicción. 

Decenas de países en el mundo tienen desigualdad, pobreza, falta de oportunidades y corrupción y en esos estados nunca hubo una guerrilla. Esto quiere decir que la pobreza y desigualdad se pueden combatir sin armas y la lucha contra la corrupción igual. Recordemos que Odebrecht confesó que también le dio plata a la guerrilla, y así fuera vacuna, eso demuestra que también se movieron con los corruptos. No es el momento de venir a mostrarse como los abanderados de esa causa. Que reparen víctimas primero y luego hablamos de corrupción. Demasiado olímpicos para mi gusto.

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