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Analistas 29/03/2017

Cuando hablábamos por teléfono...

Diego A. Santos
242 Media Director No Ficción
La República Más
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¿Cuándo fue la última vez que usted hizo una llamada? Nos hemos vuelto adictos a escribirnos todo. Nos comunicamos con nuestros amigos y familiares por mensajes de WhatsApp, al igual que con nuestros jefes y compañeros de trabajo. 

Este comportamiento de autómatas, mirando constantemente el celular para ver quién nos escribe, o a quién le escribimos, no solo está  afectando nuestras relaciones interpersonales, algo ya ampliamente documentado, sino también las laborales.

Un artículo reciente en la revista Fast Company advierte sobre estos riesgos en el trabajo y recuerda la importancia de despegarnos del computador o de las aplicaciones de chat del  celular para comunicarnos. 

La comunicación por mensajes de texto con los jefes o con los subalternos no es eficiente, señala el psicólogo Art Markman, autor de la nota. Las probabilidades de no interpretar bien un mensaje escrito, bien sea por email, servicios de mensaje directo o WhatsApp, se multiplican. 

El ser humano está programado, explica Markman, para comunicarse oralmente, preferiblemente cara a cara, pero en ausencia de ello, he ahí la importancia de hacerlo a través de una llamada telefónica.

Existe una creencia, no sustentada, de que los correos electrónicos y los mensajes por WhatsApp son la forma de comunicación más efectiva, por lo rápidos de elaborar, prácticos e inmediatos. Sin embargo, la interacción no es inmediata como una llamada y las instrucciones dadas o recibidas quedan abiertas a múltiples interpretaciones o tonalidades.

Esto parecería lógica elemental, pero entre una mezcla de comodidad y pereza, nos hemos ido acostumbrado a resolver todo a través de mensajes escritos. Y al dejar de lado las llamadas, indica Markman, “nuestro cerebro está desaprovechando el entrenamiento que recibe indirectamente cuando se prepara cualquier tipo de llamada telefónica laboral”.

En vez de evolucionar en la comunicación, estamos corriendo el riesgo de involucionar. Varios  expertos consideran que la habilidad de comunicarse oralmente es crucial para el éxito en el mundo corporativo. Irónicamente, el abuso del correo electrónico o el WhatsApp se está erigiendo como nuestro gran obstáculo para progresar en las empresas.

Las llamadas telefónicas, subraya Markman, rompen el hielo, crean cercanía, algo que un mensaje de texto, sin importar la cantidad de emojis que tenga, jamás logrará. Una recomendación de los psicólogos a las personas que tienen ‘telefonofobia’ es que la importancia de la comunicación no es solamente eficiencia, sino también acercar posturas. Y el texto no suele lograr lo segundo. Y muchas veces ni siquiera lo primero.

En el mundo laboral, afortunadamente, los jefes aún no evalúan el desempeño de sus empleados por los correos que escriben, o por lo bien que los responden. Tampoco consideran un ascenso de salario por lo rápido que responden por WhatsApp. Siguen primando las habilidades orales, que son las que en realidad permiten detectar la efectividad e inteligencia de los trabajadores.  

Bueno, y si esto es lo que pasa en el mundo laboral, en la vida personal el ‘WhatsAppeo’ sí que es un verdadero drama. 

La adicción a este fenómeno sí que constituye una verdadera amenaza para la comunicación y estabilidad de las familias. Vaya uno a un restaurante y lo único que ve son mesas en la que todos los comensales están chateando en sus celulares, sin mirarse los unos a los otros. Es la película Her hecha realidad. Pero esto, como diría Pékerman, es un tema personal, y no laboral. Así que aquí no hablaremos de ello.

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