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Analistas 02/03/2015

Cafeteros divididos

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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En mi columna anterior titulada “Café amargo” señalaba cómo este año se podía tornar difícil y que los precios internacionales volverían a la normalidad por lo que, a pesar de las cotizaciones del dólar en $2.500, el precio interno del grano podría llegar a niveles difíciles de administrar por el gremio. 

Desafortunadamente en estas dos semanas la cotización del café pasó de US$1,60 a $1,38 y el comité nacional  dedicó su pasada reunión con el Gobierno, a cuestionar sobre las ayudas para los cafeteros, sirviendo este hecho para dilatar la decisión sobre la permanencia del Gerente en el cargo, que se había prometido discutir desde el Congreso Cafetero de diciembre. La circunstancia sirvió temporalmente para mostrar un gremio unido en busca de subsidios.

Sin embargo, afrontar esta situación con una Federacion dividida, es prácticamente imposible. En los corrillos ya se hacen apuestas sobre el nivel de precio que permitirá sostenerse al Gerente. En carta pública, los cinco departamentos - que representan 53% de la producción nacional - insisten que dividió al gremio, hecho sin precedentes, y que su presencia en el cargo hace imposible afrontar la nueva coyuntura. 

Actuación no registrada en la historia cafetera. En el pasado los gerentes en su condición de estadistas, y ante el malestar de uno o varios comités, lo resolvían escuchando, persuadiendo, y conciliando diferencias; jamás consolidando mayorías para apachurrar a los que discrepan -en este caso más de la mitad de la producción nacional- razón por la que siempre se consiguió la unanimidad. 

Precisamente en esa carta, se insinúa la posibilidad de crear su propia Federación y algunos plantean la posibilidad de pedir otra administración del Fondo Nacional del Café, así como también analizar la alternativa de retirar los cinco departamentos de la Federación, que es una decisión autónoma de cada uno de los 15 que la conforman.

El Gerente desafía al Gobierno cuando afirma que “continuo mientras tenga la mayoría de los comités”, desconociendo que el Gobierno tiene por contrato la mitad de los votos, y el Presidente decide en caso de empate. Por lo tanto la misma facultad que tiene el Gobierno para decidir la terna para gerente, lo asiste para decidir sobre su salida. La solución menos traumática es la renuncia del Gerente. Cualquier otra alternativa sería casi imposible de manejar por el Gobierno.

Precisamente este año debe iniciarse la negociación del nuevo contrato de administración-que se vence en junio de 2016-, por medio del cual el Estado le entrega la administración del Fondo Nacional del Café a la Federación de Cafeteros, y que se renueva cada 10 años. Solo  unida  alrededor de un líder puede afrontar ese proceso. Es de esperar que el Gobierno introduzca reformas fundamentales, que corrijan todos estos problemas y le permitan un mayor poder y control sobre el diseño y ejecución de una política pública como la cafetera, que históricamente había delegado en el gremio. Perder ese privilegio  es lo que arriesgan  los cafeteros.

Al mismo tiempo, la nueva realidad de precios lleva a pensar que definitivamente el modelo de transferencia del precio internacional al productor, no está funcionando, en la medida que las utilidades son para los cafeteros y las pérdidas para la sociedad colombiana. Los productores  no ahorraron en 2014,  el mayor ingreso en muchos años, y solo 60 días después de su bonanza ya solicitan nueva ayuda.

Podría aprovecharse la nueva Ley del Plan de Desarrollo y la renovación del contrato, para restablecer nuevamente el fondo de estabilización que con sabiduría se creó en 1940, y fue un éxito durante 60 años. Es el momento de fijar una banda de precios con un piso en punto de equilibrio y un techo rentable, y ahorrar los excedentes para épocas como las que se avecinan. 

Estas decisiones solo se pueden implementar en épocas de precios bajos, cuando los cafeteros no tienen la fuerza para oponerse, por depender del Estado. En bonanza es un tema inabordable por considerarlo confiscatorio. El presupuesto nacional aportó en 2013, $1,2 billones y bien difícil es repetir algo similar.
 

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