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Analistas 01/07/2015

Cómo nos duele la pobreza del Caribe y Pacífico

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico
La República Más
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El fin principal de la Región Caribe debe ser la reducción de pobreza, superar la gran desigualdad y cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio: pobreza, 28,5% y pobreza extrema, 8,8%.

El Dane, en 2014, evidencia nuestra triste realidad de pobreza en el Caribe que obliga a insistir en el cambio de modelo de organización territorial del país. Las regiones deben asumir, con autonomía, el manejo de su desarrollo económico y social como lo ordena la Constitución del 91.

Las cifras son ofensivas: el Caribe tiene 10 millones de habitantes, 21,5% de la población nacional, de los cuales 2,3 millones viven en estado de “pobreza extrema”, que representan 46% de todo el país. Es una realidad injusta e inhumana.

La Región Caribe tiene 4,5 millones de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) de las 13 millones que hay en el país, es decir, 35%. La pobreza, está concentrada en el Caribe. 

Mientras Bogotá tiene 10% de pobreza y solo 1,8% de pobreza extrema, en la Región Caribe hay departamentos como La Guajira con 65%, Sucre con 54% y Bolívar con 46% de NBI, entre tanto, la media nacional es 27%. La “pobreza extrema” en La Guajira es 47%, Córdoba 30%, Bolívar 23%, Sucre 26% mientras la media nacional no llega a 10%.  

El Caribe colombiano tiene 516.000 hogares en pobreza extrema que representan 38% del país.

Las cifras de pobreza en Colombia han bajado en 15 años de 56% a 34%, pero las características territoriales son inequitativas: el interior del país ha mejorado y la pobreza y miseria se concentran en el Caribe y Pacífico. La desigualdad aumenta. Mida como se mida el Caribe y el Pacífico están muy lejos de la media nacional y el consuelo y la explicación centralista es que las cifras han empezado a bajar. ¿Se refleja en la gente?

El análisis de la macroeconomía por parte del Dane se ha sofisticado. Calculan los ingresos per cápita, las líneas de pobreza y dan como resultado los indicadores de pobreza y desigualdad y los relacionan con el crecimiento económico. La línea de pobreza resalta la capacidad económica para adquirir una canasta de bienes alimentarios y no alimentarios que permiten un nivel de vida adecuado. La gente en línea de pobreza extrema no tiene cómo adquirir alimentos que permitan la ingesta de vitaminas, proteínas y la minuta básica para el sostenimiento de la familia promedio de cuatro  personas. La economía crece sin resolver problemas estructurales básicos de acumulación de riqueza y concentración de ingresos.

Colombia ha reducido la pobreza por los esfuerzos directos del Gobierno Nacional, al atacar las variables con las que se mide. Hay técnicos que atribuyen la mejora a cambios de metodología y otros consideran que es efecto del asistencialismo y los subsidios que “maquillan” las cifras.

No ha habido una mayor redistribución del ingreso y Colombia se mantiene en el puesto 14 de los países más desiguales del mundo, entre 138. 

Debe ser nuestra responsabilidad institucional reducir la pobreza y la miseria en las regiones. Hay que crear cadenas generadoras de valor que sean incluyentes y que proporcionen empleo real y permanente a los más vulnerables, solo así se consolidará la democracia regional. Más educación y alimento garantizado para nuestros niños.

Los proyectos y programas dirigidos y orientados por el Gobierno Central nunca tendrán los resultados que nuestra dignidad exige. Hay que redistribuir el ingreso, cerrar la brecha rural y urbana y acabar con la inequidad entre regiones. La tarea debe empezar ya.

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