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Hace 50 días se destapó el escándalo del pago de sobornos de Odebrecht, la situación empeora para los afectados, pero es un cáncer que hay que curar
El pasado 21 de diciembre el Departamento de Justicia de Estados Unidos destapó que la constructora brasileña Odebrecht entregó millonarios sobornos a cambio de contratos en obras públicas, denuncia que se ha convertido en el escándalo de corrupción transnacional más grande la historia de América Latina, una región especialmente golpeada por ese flagelo que sigue condenando a millones de habitantes a la pobreza y el subdesarrollo. La contundencia de las acusaciones de las autoridades estadounidenses se pueden resumir en el siguiente párrafo, que se ha convertido en una bola de nieve difícil de parar: “Odebrecht, junto a sus cómplices, consciente y deliberadamente conspiró y acordó con otros proveer corruptamente cientos de millones de dólares en pagos y otros objetos de valor a y para el beneficio de funcionarios oficiales extranjeros, partidos políticos extranjeros, miembros de partidos políticos extranjeros y candidatos políticos extranjeros para asegurar una indebida ventaja e influenciar a esos funcionarios extranjeros, partidos políticos extranjeros y candidatos políticos extranjeros a fin de obtener y retener negocios en varios países alrededor del mundo”. Toda esta trama delictiva y corrupta ocurrió entre 2001 y 2016, lapso en el cual se compraron políticos, empresarios y partidos por un valor de US$788 millones, de los cuales US$11 millones se entregaron en Colombia repartidos -según el estado de la investigación actual- en las dos últimas administraciones nacionales, cuyos iniciados se han trenzado en acusaciones mutuas llevando a un frenesí pre-electoral sin antecedentes y en el que saldrán muchos jugadores políticos quemados públicamente. Pero más que quemados o indicados ante las autoridades de control y vigilancia, deben ser llevados ante los tribunales para que, de encontrarse culpables, paguen por sus delitos contra su gestión pública. El escándalo de Odebrecht no debe parar en los medios de comunicación, ese no debe ser su objetivo, debe trascender la historia nacional y de una vez por todas ver en la cárcel a docenas de políticos que tienen capturado el Estado. Hay miles de “odebrechts” locales y regionales, en muchos departamentos y municipios, hay contratistas que patrocinan candidatos apara que les entreguen los contratos por medio de licitaciones amañadas. Es lamentable que esta importante investigación tuvo origen en Estados Unidos y que las autoridades nacionales no hayan sido capaces de investigar estas situaciones que se repiten año tras año. A muy buena hora explotó este escándalo porque se avecina el tiempo de elegir a los representantes a la Cámara, a los senadores, y en poco más de un año, al nuevo Presidente y los colombianos están obligados a conocer todo el engranaje de la corrupción para poder ejercer su voto con conciencia de país y responsabilidad por el futuro.
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