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viernes, 13 de septiembre de 2013

Cuando comienza a calentarse la campaña electoral, tanto al Congreso como a la Presidencia de la República, los distintos medios de comunicación entran en la inevitable competencia de las encuestas. Las hay para todos los gustos y de las conocidas firmas especializadas, que cada una utiliza metodologías distintas y recogen los datos en fechas diferentes. Por eso, cuando se pretende comparar unas con otras, se incurre sin duda en equivocaciones graves porque no son en ningún caso comparables, en la medida en que unas se hacen telefónicamente y otras personales o que algunas se hacen en cuatro ciudades y otras en más de treinta municipios.

A partir de ahora y cuando ya estamos a seis meses de las elecciones de congreso, asistiremos semanalmente al bombardeo de las encuestas que lamentablemente en no pocas ocasiones opacan el debate de las ideas y las propuestas de los distintos partidos o candidatos presidenciales, que aspiran a competir el próximo año. 
 
Lo que si no cabe duda alguna, más allá de las cifras, es que la popularidad del presidente Santos tuvo un drástico bajonazo y el clima de pesimismo en el país creció. Y la razón es absolutamente clara y conocida: la protesta social y los bloqueos que se generalizaron en todo el país y crearon un ambiente de inestabilidad e incertidumbre que afectó el ánimo de los colombianos.
 
El propio jefe de estado reconoció la crisis y desde hace ya dos semanas asumió una actitud de mayor autoridad y presencia regional. 
 
Se percató sin duda que durante las movilizaciones sociales delegó en exceso funciones a sus ministros, en momento en que la gente quería verlo a él personalmente asumiendo el manejo de los distintos paros que se extendieron por la geografía nacional.
 
En estas dos semanas el presidente Santos produjo crisis de gabinete, definió la inaplicabilidad del fallo de Corte Internacional de la Haya sobre San Andrés convocó a las fuerzas gremiales y sociales del sector agropecuario a construir un pacto nacional agrario para cambiar el modelo que se ha implementado en el país y abrió espacios en el nuevo equipo de gobierno a dirigentes de la provincia con más contacto con la realidad regional colombiana.
 
Las movilizaciones y protestas sociales impactaron la imagen del presidente y su gobierno, pero al mismo tiempo con el compromiso demostrado en forma honesta por el primer mandatario y la forma como se intenta por primera vez tomar medidas de fondo en favor de los campesinos colombianos, esta crisis de gobierno, la más grave sin duda en lo que va corrido de este mandato, se puede convertir en una gran oportunidad para que la sociedad colombiana en su conjunto pague la deuda histórica que tiene con el campo y que el propio presidente Santos si se juega a fondo como parece decidido a hacerlo, recupere espacios importantes en la opinión pública.
 
Es claro entonces que falta mucho trecho por recorrer en esta campaña y que seguramente en los próximos meses las cifras de las encuestas cambiarán para reflejar con mayor precisión y justicia los importantes logros de este gobierno en materia de seguridad, empleo, proceso de paz, lucha contra la desigualdad y reconocimiento a las víctimas de la violencia, que en la coyuntura actual fueron opacados totalmente por la dureza de la protesta social que hace mucho tiempo no veíamos en Colombia.