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lunes, 5 de septiembre de 2016

Si bien el proceso es una combinación de fuerzas en las que las redes políticas y clientelares son base fundamental de la aprobación o negación popular, además de la articulación logística del día de la votación, lo más significativo es la estrategia que en comunicación política y construcción de un mensaje persuasivo o manipulador consiga incidir en los líderes de opinión y los votantes. 

Tanto los que impulsan el sí, como los que promueven el no, están trabajando alrededor de construir un mensaje que permita llegarle a una gran masa de indecisos que aún no saben o no entienden qué es exactamente lo que se jugará en las elecciones del plebiscito. 

Los que impulsan el no buscan asociar el plebiscito con: los detalles negociados en los acuerdos, el temor de la implantación del Castro-Chavismo en Colombia, la aparente impunidad que beneficiará a los miembros de las Farc - EP, la desinstitucionalización de las fuerzas armadas y la imagen del presidente Santos, que inició un leve repunte en las encuestas una vez se hicieron públicas las declaraciones en la Habana, entre otros. Los promotores del sí están buscando asociarlo con un sentimiento de esperanza, de reconciliación, de perdón y de cambio histórico en relación a que Colombia con paz estará mucho mejor en todos los frentes, en consideración de que el presupuesto invertido para la guerra se verá reflejado en inversión y el cese de hostilidades disminuirá la violencia creando un nuevo aire y cultura política. 

Sin embargo, también hay una corriente del sí que está ligando el proceso de elección y decisión al temor, en el sentido de que si no se vota afirmativamente el plebiscito, Colombia volverá a la guerra y se habrá perdido una oportunidad irrepetible que afecta directamente al país rural e indirectamente al que vive en las grandes ciudades; la premisa de ese camino busca influenciar a las regiones en consideración a las últimas encuestas, en las que el SÍ por el referendo tiene más apoyo allí que en las grandes capitales como Bogotá y Medellín, entre otras. 

 La comunicación política de este proceso se desarrollará masivamente en la radio, comercial, comunitaria y pública, en donde está la gran mayoría de la audiencia regional y en las redes sociales e internet, como fuente de algunos de los contenidos que se verán por televisión. También se verá algo en anuncios de prensa y mucho en intervenciones urbanas, al mejor estilo de las campañas electorales. Sin embargo, será la primera vez que las redes sociales tendrían una verdadera influencia en el comportamiento de los electores, si las estrategias de comunicación política, abandonan como único elemento de influencia la indignación y el rechazo. 

Pasar del repudio digital a la acción de votar ha sido un reto constante en la comunicación política moderna. Si bien se ha progresado desde el activismo de la campaña de Antanas Mockus que lo posicionó como Presidente de Facebook y dejo a Santos en la Casa de Nariño, aún falta para que de las marchas se pase a los votos y más con un tema que no toca directamente a las familias en su cotidianidad, como lo pueden haber hecho las marchas de las cartillas del Ministerio de Educación semanas atrás. 

Sin embargo, más allá de las tradicionales redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter, está Whatsapp, como herramienta fundamental para el llamado a la acción de persuadir, manipular y articular las acciones de los voluntarios y buscar llenar los vacíos de información de los votantes o en su defecto llenarlos de emociones que los haga tomar una decisión y no solamente sumarse al rechazo, que aunque importante como agente movilizador y de propaganda debe ser para llevarlos a las urnas. 

Si ya empezó o si en próximos días le sucede, no se le haga raro que con el pasar de las semanas de sus amigos, conocidos y grupos familiares reciba fotos, memes, videos y postales a favor y en contra del plebiscito.  La campaña por el plebiscito arrancó y hay que sentir la paz o estar informado de ella para votar.