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lunes, 21 de julio de 2014

No soy uribista, y tampoco pretendo defender lo hecho por el otrora aventajado pupilo del ayer expresidente, hoy senador de la República, pero es imposible que el asunto pase de largo sin una sencilla reflexión.

Hemos visto desfilar por nuestros estrados judiciales, narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares, parapolíticos, delincuentes de cuello blanco, grandes inversionistas desfalcadores, depredadores tanto sexuales como del erario público, ingenieros piramidales, depositarios de bienes de la mafia, miembros activos de carruseles y más; sin embargo, son pocos los que han sido merecedores de condenas de la magnitud de la impuesta a Arias. Hagamos un breve repaso de casos famosos, en los que se evidencian detrimentos patrimoniales importantes, Reginaldo Brey (Caso Dragacol) 6 años y ocho meses; Andrés Camacho Casado, exconcejal (Corrupción Bogotá), 3 años 4 meses; Camilo Bula (Corrupción DNE), 8 años y tres meses; Hipólito Moreno (Corrupción Bogotá), 6 años y 6 meses;  los Nule (Corrupción Bogotá y otros) 14 años; Mauricio Galofre, socio de los Nule, 10 años; Inocencio Meléndez (Corrupción Bogotá), 7 años; German Olano exconcejal (Corrupción Bogotá), 8 años 4 meses; Julio Gómez, Contratista de Bogotá (Corrupción Bogotá), 10 años y la lista continúa. Todos ellos tienen algo en común y es la apropiación de dineros públicos en su propio beneficio. Por supuesto, y frente a otros delitos, ni hablar, como es el caso de los comandantes paramilitares, todos con penas alternativas no superiores a 8 años.

Ahora bien, resulta que uno de los delitos en virtud de los cual es condenado Arias, es peculado por apropiación a favor de terceros, lo que de entrada nos informa que el hoy prófugo no se apropió para sí de recurso alguno, sino que los mismo fueron apropiados por terceras personas.

Siendo juiciosos habría entonces que ver en favor de que terceros fue la apropiación, y claramente vemos que muchos de los recursos fueron apropiados por las familias Dávila, Vives y otras seis, es decir que fueron ellos los que recibieron el beneficio directo derivado de la apropiación, y encontramos por ejemplo que Juan Manuel Dávila, exnovio de Valerie Domínguez, fue condenado a 20 meses de prisión por los delitos de peculado y falsedad en documento, al igual que su madre, Maria Clara Fernandez de Soto y su hermana Ana María Dávila, mientras que Juan Manuel Dávila Jimeno, padre del afamado exnovio, fue condenado a 22 meses de prisión. Claramente, por el monto de las penas impuestas ninguno de los miembros del clan familiar pasará un minuto de cárcel.

Frente al segundo delito por el cual es condenado Arias, celebración de contratos sin el lleno de requisitos legales, no podemos perder de vista que es un asunto recurrente en la administración pública. En efecto casos de convenios suscritos con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), el Convenio Andrés Bello (CAV), Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (Iica) y otros muchos organismos multilaterales que bajo el ropaje de una asistencia técnica terminan es administrando recursos públicos, son de reiterada práctica y no solamente por parte del Ministerio de Agricultura, frente a esta modalidad han contratado todos los ministerios que hacen parte del ejecutivo sin que a la fecha hayan condenado a ex ministro alguno.

Finalmente este fallo, aunado al reciente de 5 años de prisión en contra de Andrés Camargo, exdirector del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), sobre un asunto netamente técnico, nos hace reflexionar acerca de que algo no está funcionando bién en nuestra justicia, ya que el mensaje que queda en el ambiente es el de que aquellos que se apropian de millonarios recursos del erario público, contrario a la lógica, son quienes obtienen penas irrisorias y funcionarios que no se roban un centavo, terminan pagando condenas absurdas.

Frente a estos hechos cada vez va a ser mas dificil que personas de pulquerrima moral y connotadas condiciones profesionales, se aventuren en la jungla de lo público por miedo a quedarse solos frente a una justicia que en todo caso anda mal.