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El programa, que espera sembrar un millón de hectáreas adicionales para el final del cuatrienio (2018), tiene por fin reducir la dependencia de las importaciones, incentivando la producción local de productos como cereales que representan más de 70% de las compras externas.
El exministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, aseguró que aunque es un buen propósito y tiene la orientación correcta, no es claro si las metas proyectadas “son sacadas del sombrero o son resultados de un análisis técnico”, por lo que duda que logren llegar a un millón de hectáreas nuevas.
Sobre este punto también es escéptico el dos veces ministro de Hacienda Roberto Junguito. “Desde el último censo hace más de 40 años, hasta ahora, se aumentaron en dos millones el número de hectáreas sembradas”, indicó, al tiempo que describió la iniciativa como “un inmenso reto”. “No es que no sea factible, se tiene la capacidad para hacerlo, pero en términos de tiempo puede ser demasiado optimista, supremamente acelerado”.
Cecilia López, economista, coincidió en que el mensaje de la urgencia de sustituir importaciones es positivo, “la pregunta es cómo y en cuánto tiempo, pero eso creo que todavía no está resuelto”, dijo.
Por su parte, el economista y consultor del Departamento Nacional de Planeación (DNP) José Leibovich, manifestó que hay muchas dificultades para que eso se pueda llevar a la práctica de manera responsable y sostenible.
De acuerdo con los gremios del sector agropecuario, aunque la meta de un millón de hectáreas es producto de una concertación previa con los subsectores, su resultado podría verse afectado por la inestabilidad jurídica sobre la propiedad de la tierra.
Restrepo recordó que alguna vez Colombia tuvo capacidad para autoabastecerse en maíz, sin embargo, hace una década “perdió una vocación que siempre debió ser suya”. Hoy el déficit de esta materia prima, clave en la producción pecuaria, llega a superar las cuatro millones de toneladas.
En Colombia solo se producen 1,10 millones anuales de maíz en promedio. La importación llega a ser tan alta (5,86 millones de toneladas en cereales) que el país se posicionó como el séptimo comprador mundial de este bien, de acuerdo con un informe de la firma consultora Araújo Ibarra.
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