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martes, 24 de junio de 2014

Además de la importancia que reviste por sí sola esa fecha; que sirve para reflexionar en nuestras acciones tanto personales como públicas, pero sobre todo, en las institucionales y gubernamentales que estemos adelantando por el bien de nuestro hogar, el Planeta Tierra; para el departamento del Quindío será aún más especial.

Corría el año de 1979 cuando en esa fecha, el Jardín Botánico del Quindío recibió su personería jurídica. Basta con ubicarse en ese entonces para percibir la importancia, pues los temas de educación ambiental, de conservación o de promoción, no estaban a la orden del día, como hoy sucede.

La tarea que emprendió su fundador, don Alejandro Gómez Mejía, con el acompañamiento de la Junta Directiva y de tantas otras personas que le han dicho sí, a esta apuesta de avanzada en el Departamento a lo largo de los años, merece ser destacada. 

¿Por qué? No solamente por los logros que hoy se hacen evidentes, o por los referentes nacionales e internacionales como el Mariposario, sino más bien, por la lección de tesón y perseverancia que han dejado a su paso por la historia del Quindío.

Conseguir el aval del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos “Alexander Von Humboldt”, la aprobación de la CRQ en su momento, integrarse a la Red Nacional de Jardines Botánicos, formar parte de Botanic Garden Conservation International - BGCI, International Association of Botanic Garden o de Global Partnership for Plant Conservation, gestionar recursos nacionales e internacionales, o hallar el apoyo del Forec luego de la tragedia que dejó el terremoto de 1999, son hechos que nos enseñan a todos la importancia de creer en un sueño, y de amar lo que se cree, para seguir adelante.

Por eso, insistimos en nuestra voz de alerta respecto del Paisaje Cultural Cafetero. 

El Presidente Santos tampoco le cumplió a nuestra región. 

En Armenia aseguró que no intervendría el PCC, pero hoy por medio de un documento Conpes, se verifica que hay aproximadamente 200 títulos de explotación minera, avalados dentro de este Patrimonio de la Humanidad, cuya declaratoria por parte de la Unesco, conseguimos con tanto esfuerzo en Ginebra-Suiza, el 25 de junio de 2011.

La Minería, y su armonización con el Ambiente, que es la prioridad, deben ser objeto de una Política de Estado, para que los territorios y las personas no quedemos a merced de los vaivenes gubernamentales, ni de los modelos de desarrollo de la economía extractiva. Usemos de constancia y persistencia, para defender este Patrimonio.