¿Qué pasa con el consumo de los hogares?

Lo primero a tener en cuenta es que en los últimos años los hogares habían planeado y ejecutado sus decisiones de gasto en un entorno de baja inflación, lo cual llevaba a que la composición de su canasta de consumo fuese estable. Sin embargo, en la coyuntura actual, los precios de algunos productos han aumentado a tasas de dos dígitos, lo cual conduce a cambios en las preferencias de los consumidores. 

Por lo tanto, ante una inflación que se ha mantenido 14 meses por encima de 4%, los hogares actúan de forma racional: sustituyen bienes costosos por otros más económicos, y posponen la compra de algunos productos, en particular los durables. Estos cambios implican que los consumidores liberan parte de su ingreso, el cual tiende a ser gastado en productos y servicios básicos. 

A lo anterior se suma el hecho de que una buena parte de los bienes durables, tales como los vehículos, los electrodomésticos y los muebles, son adquiridos con crédito. Como las alzas en la tasa repo que efectúa el Banco de la República ya se han empezado a trasladar a las tasas activas del sistema financiero, y ante los desafíos fiscales las tasas de interés libres de riesgo en la economía se han aumentado, el desincentivo para este tipo de consumo se ha acentuado.  

Dicho lo anterior, ¿qué puede ocurrir hacia adelante? Una primera posibilidad es que la dinámica antes descrita continúe durante el resto del año, debido a las mayores tasas de interés y a la transmisión de la devaluación a los precios de los bienes transables. En ese escenario, el consumo de los hogares seguiría creciendo de forma estable, gracias al impulso de la canasta básica. La segunda posibilidad es que la espiral negativa de baja confianza y alta inflación termine afectando también el consumo de no durables y servicios, y que por lo tanto, la desaceleración de la demanda interna sea mayor.  

Hay dos factores claves que pueden inclinar la balanza hacia alguno de estos escenarios. El primero es el comportamiento del mercado laboral. Si el desempleo sigue la tendencia de incrementos moderados que experimentó en febrero, es de esperar que el consumo de no durables y de servicios continúe siendo robusto. Pero si el deterioro del empleo es más marcado el ingreso de los hogares caerá y todas sus compras se afectarán. El segundo es la reforma tributaria que se discutirá en el segundo semestre. Una mayor tarifa del IVA afectaría a casi todos los rubros de gasto, y un incremento en el impuesto de renta podría reducir el ingreso disponible de las familias o llevaría a los hogares a aumentar su ahorro actual, lo que se traduciría en un menor consumo. 

El escenario de gasto de los hogares que termine materializándose marcará el rumbo de nuestra economía este y el próximo año. Al fin de cuentas, este componente aporta dos terceras partes del PIB colombiano.