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martes, 14 de marzo de 2017

1.- Los nuevos modelos de negocio basados en economías colaborativas, permiten ahorrar procesos innecesarios de discusión política, dado que no son los policymakers ni los lawmakers los que deciden como se conforman los mercados ni como se organiza la sociedad, sino que son las mismas personas, desde abajo, quienes deciden en conjunto, a nivel micro, como se coordina el mercado o se organiza la sociedad. 

2.- Reduce el poder de los grupos de interés (bancos, gremios de transporte) ya que no se necesita que fluya información (up-down ni down-up) entre los policymakers -quienes hacen la política- y los habitantes. El hecho que la información se transmita en tiempo real vertical y horizontalmente resta poder a las empresas de transporte, y por tanto desincentiva el poder de mercado.

3.- En las economías colaborativas, las preferencias de los individuos se pueden monitorear en tiempo real, a lo cuál me pregunto: ¿por qué más bien no utilizamos este tipo de aplicaciones para, por ejemplo, gestionar la movilidad en las ciudades? De manera que un policymaker podría acceder, por ejemplo, a la plataforma de Tappsi o de Uber y monitorear en tiempo real dónde están los vehículos, los sitios de mayor demanda y con esta información podría ajustar otro tipo de políticas, vgr. En que lugares de la ciudad existe más demanda de transporte público.

4.- Los productos que se transan suelen ser más baratos que en otros mercados, dada la eliminación de intermediarios (economía colaborativa), además permiten la formación de “economías de escala sociales” en el sentido que a medida que la red de agentes se va expandiendo, el costo marginal de producción se va reduciendo.

5.- Es un sustituto de la regulación y los procesos tradicionales de sanción, donde el mejor mecanismo disuasorio tiende a ser la sanción social y reputacional; pues dado que en las mismas plataformas queda constancia de la transacción y las partes que participaron en ella, también se puede, ex ante a la transacción, informarse de los antecedentes de su contraparte, y dado que los intereses de todas las partes se maximizan si se mantienen en la plataforma, entonces en estos casos se generan fuertes incentivos para mantener altos niveles de reputación de lado y lado.

6.- Antes de las aplicaciones, la reputación del taxista dependía eventualmente de lo que dijera la misma empresa en que estaba afiliado el taxi, pero las empresas en este caso tienen incentivos para mentir, pues una mala reputación del taxista, supone implícitamente una mala reputación de la empresa. Como en Airbnb, por ejemplo, los arrendadores con mejor calificación, mejor reputación, suelen ser mas demandados que sus pares sin reputación. Por lo que al recibir mayor demanda, pueden incluso incrementar sus precios, lo que es un incentivo para construir y mantener la reputación.

Así, es necesario permitir la entrada de modelos de economía colaborativa en Colombia, donde ya es hora de comenzar a desregular ciertos sectores, cambiar la regulación en otros -como el caso del taxi- e introducir competencia en aquellos sectores de la economía donde tradicionalmente no la hay, es ahí donde radica la eficiencia del modelo y las ventajas que representa y no esforzándonos en inventar mecanismos para detenerlos. Pensemos en la forma de ajustar el derecho a las economías colaborativas y no al contrario, porque “la Ley no debe tornar al pasado, sino prever el futuro” Nicolás Maquiavelo.