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domingo, 20 de abril de 2014

Mis votos para que ojalá algunos recojan sus malos pasos y hayan hecho propósito de enmienda. No se puede ir por la vida sin una pausa que de pronto permita que mejoren un poco. 

Juan Manuel Santos, debería haber aprovechado estos días de recogimiento para reparar en las salidas en falso que viene acusando con la camiseta de candidato: la más lamentable de todas, la idea de derrumbar los locales donde funcionan las ollas. Como bien dice Mauricio Pombo (El Tiempo, abril 15 de 2014), siguiendo esa tesis lo más apropiado sería tumbar otras ollas de corrupción y vicio, que curiosamente coinciden con algunos edificios públicos en el centro de Bogotá.

El General Capulina, podría haber aprovechado para hacer un balance de su gestión en la Dirección General de la Policía y darse cuenta que la institución se le muere en las manos y que el descrédito es mayúsculo. Persiguiendo borrachos y damas mal parqueadas mientras a los ciudadanos de bien nos roban y nos atropellan impunemente.

Enrique Peñalosa sacaría un buen balance si logró entender que la política y el mal gobierno de Santos le han dado una oportunidad irrepetible, que solo la puede dilapidar por su pasado promiscuo y por las malas compañías de hoy.

Los magistrados de las altas Cortes también harían bien pensando lo que será de ellos si siguen desatendiendo la sentencia de la presidente del Consejo de Estado: o recuperan su respetabilidad o se les tumba su propia estantería encima. No se recuerda peor descrédito de la administración de justicia que el actual.

La prensa, la radio especialmente, recuperaría mucho terreno si tomó provecho del recogimiento propio de la época para entender que normalmente van por lana y salen trasquilados. Y que pasan por idiotas útiles, del gobierno muy especialmente, sin darse mucha cuenta. El pecado de hablar por hablar y de preguntar para congraciarse tiene penitencias altas.

El Fiscal podría hacer retiros con Capulina porque les va igual: muy exitosos por fuera de la casa, pero de resultados, poco o nada. El Fiscal no pudo con los Moreno, no saca en limpio el crimen de Colmenares (que no es tan complicado tampoco), se bajó del carrusel del distrito y se dedicó a perseguir a la Contralora con la misma valentía de los policías que persiguen a las damas mal parqueadas.

Hay otros, en cambio, que a la fija no modifican nada ni mejoran nada:

Los ordenadores del gasto en el Concejo de Bogotá y en la Cámara de Representantes se van a volver a salir con la suya. Y como hace varios años sucede, terminarán renovando el parque automotor de los Honorables sin que a nadie le importe ni cómo ni cuánto se van a robar so pretexto de proteger a los que más daños han causado a la ciudad y al país.

No le servirá de nada la reflexión al homicida Jhonatan Vega, que es el producto de lo que venimos sembrando en Colombia hace varios lustros: generaciones de desadaptados que ponen su interés o su ansiedad por encima de cualquier valor. 

Otros tantos están en el limbo. De pronto sí, pero quizás no:

Los que creen que vamos a ser campeones del mundo en Brasil, que no se vayan a estrellar de frente contra otro fracaso.

Mi vecino de estas páginas, el jurista Abelardo de la Espriella: deseo que le aprovechen estos días de paz y calma para no volver a caer en la tentación de los medios y ponerse a la altura de los sindicados contra los que ejerce su oficio. Qué mal espectáculo el que ofreció botándole un hueso a Vega. La negación de la elegancia juris.

Deseo que el Espíritu Santo los ilumine a todos los que he nombrado. 

Y que Dios los perdone, como decía Jaime Garzón.