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Analistas 27/11/2014

¿Cuándo se perdió la confianza?

Sandra I. Fuentes Martínez
Directora Grupo SAF- Colombia
La República Más
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Añoramos la época cuando existía el valor de la palabra y cuando se confiaba en los demás. Esta añoranza, más allá de un recuerdo grato, es el indicador más preocupante de la crisis de confianza que vive nuestra sociedad y que nos está llevando al individualismo. 

Si analizamos esta crisis desde la sociología, teniendo presente que es la ciencia que estudia las interrelaciones humanas en los diferentes contextos y nos detenemos en el contexto de las organizaciones, podemos evidenciar diferentes problemáticas que le restan productividad, competitividad y credibilidad a estas. 

Productividad porque la falta de confianza en los colaboradores, hace que se haya distorsionado el seguimiento y control, tratando de verificar si las personas trabajan o no, regresando a la época de Taylor, en donde se tenía que vigilar lo que se hacía para poder pagar un salario. Esto ha conllevado a generar más informes, con soportes fotográficos o de audio y video para constatar que realmente se realiza la gestión encomendada, llevando a pasar más tiempo realizando y verificando estos informes, que buscando realmente el objetivo que se persigue. Esto también genera en las organizaciones exceso de trámites, reportes, autorizaciones, entre otros, que le hacen perder su dinámica y restar oportunidad y flexibilidad en su gestión. La reflexión en este sentido, es revisar si el seguimiento que se realiza es para fiscalizar, controlar, buscar quien cumple o no, y aplicar sanciones únicamente; o por el contrario, se hace basado en la confianza al identificar qué logros se han tenido para hacer reconocimientos y que obstáculos se presentan para encontrar mecanismos que permitan superarlos en conjunto, y así avanzar para lograr los objetivos corporativos.

En cuanto a la competitividad, existen múltiples definiciones de esta, pero para esta reflexión tomaremos la siguiente: capacidad que tiene una organización de ganar credibilidad con sus grupos de interés. Las organizaciones buscan que confíen en ellas, pero para que esto se dé, debe existir reciprocidad, es decir, que para que los grupos de interés confíen en las empresas, primero las empresas deben confiar en sus grupos de interés.

Es por ello que se debe trabajar en esta reciprocidad: si busco ganar confianza primero debo confiar. Y esto desafortunadamente, es lo que se está perdiendo cada vez más, por ejemplo: a los usuarios de un servicio, las empresas no les creen cuando se presenta algún inconveniente con el servicio y entran a la defensiva entrando en una dinámica de formatos, cartas e indicadores mientras el tiempo avanza; con los proveedores crean procesos de verificación y comprobación partiendo de la premisa de no creer en la experiencia y trayectoria; a los colaboradores permanentemente se les colocan controles y no se brinda acompañamiento a su labor hasta fortalecer su experticia.

La desconfianza ha llevado a invertir prioridades y a perder la esencia de las empresas de prestar un servicio donde prime la búsqueda de la satisfacción, aportar a la calidad de vida y sobre todo agregarle valor a la sociedad.

La primera confianza que se tiene que construir es al interior de las organizaciones, en primera instancia creyendo en el trabajo que realizan sus colaboradores, valorando su gestión cotidiana, evolucionando los estilos de liderazgo autoritario al de mentor y visionario, y de forma transversal fortaleciendo la comunicación que es la base de las interrelaciones humanas. 

La comunicación es el eje para construir confianza, es el método que permite primero conocer al otro para construir una relación basada en el respeto y luego afianzar vínculos donde se valora y se cree en el otro.  Este es un camino que debemos retomar para volver escuchar “puedo recomendar a esta persona, creo en su palabra y confío en usted”. 

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